viernes, 14 de diciembre de 2007

Bali

Un resquicio de esperanza escéptica. ¿Llegaremos a algún lado? La incapacidad -¿incapacidad? ¿o falta de voluntad?- de evitar catástrofes, aun anunciadas, ha quedado patente con dolorosa frecuencia. Los objetivos políticos son a corto plazo, los desastres de largo desarrollo quedarán para el siguiente. ¿Y qué importa lo que ocurra cuando uno ya no esté? Conmigo se acaba la Historia.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

¿Y tú?
Desgarrada, desesperada, en yiddish, se oye a lo lejos
a una mujer a quien han abierto el vientre
ante sus propios ojos y grita.
Y se oye un gemido en árabe, de nuevo una mujer
cuya casa. O cuyo hijo. Su voz es cortante, terrorífica. Y tú
afilas un lápiz o pegas la cubierta rasgada de un libro. Al menos
estremécete.
Amos Oz, El mismo mar
Estoy dormida. Ayer me acosté tarde y se me inundó la casa a las tres de la mañana. Literal. la alfombra no volaba pero sí flotaba.
Compendio mis días aunque se me funden. Violeta, Sei Shonagon, Oz, mar, música, gritos. Una mirada triste de agua en una carátula. Lampedusa. El juicio de una bruja. La ignorancia.
Me agradó el libro de la almohada, con sus listas, a veces parecidas a las mías. Y eso que no me gusta reducir las cosas, encorsetarlas en cajitas o en papeles. Pero tampoco quiero olvidar, aunque lo principal es conseguir ver lo que de un vistazo no veo. Y a veces lo consigo, generalmente tiempo después.
Esta semana ha vuelto a ratos la niebla gris, que presiona el pecho y ahoga un poco, aunque no aprieta. Y también la tentación de tender las manos para asegurarme de que no había desaparecido la gente entre ella y sólo quedara yo, y de meter un mensaje en una botella. Pero es así, tampoco me debe de disgustar tanto cuando no me pasa por las mientes siquiera encender el faro. Prefiero destrozar una partida de billar con el capitán y el resto de la tripulación (sí, seguían ahí) de este barco que tampoco acabamos de encallar -habrá de que llevarlo a puerto o devolverlo al punto de inicio antes de seis meses, no empiecen a dejar de contar con nosotros en el mundo exterior; luego volverems, eso sí-. Horror, divago...

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Hay que joderse. A cualquier cosa llaman Justicia -y encima, sí, con mayúscula-. Machistas, retrógrados de los huevos.
Human Rights Watch: "no sólo envía a las víctimas de la violencia sexual el mensaje de que no deben presentar cargos, sino que además ofrece protección e impunidad a los perpetradores".
Mejor llevar tijeras en el bolso.
Perdón, da entre ganas de llorar y de liarse a palos. Que asco.

domingo, 18 de noviembre de 2007

Y todavía queda

Últimamente Melpómene no escribe nada. Está en calma, vaga a través de los días sin punzadas de pánico y angustias voraces. No pisa charcos de plata, ni aúlla a la luna, ni reta a los secadores, ni se hunde en corazones negros. A veces todavía tiene pesadillas aunque no caiga de edificios ni la acosen las arañas -hoy mismo ha sido perseguida por gatos negros en su propia casa-. Es la calma. Ahora a veces se baña en oro de otoño, su sombra opta por ello en vez de esconderse en las esquinas para acosarla desde ellas. Y los guisantes que desgranara una parca desdentada en una taberna de puerto han acabado en una lasaña, excusa para compartir velada con amigos. Es la calma.
Melpómene sabe que el mar es así, sube y baja, se aíra y se calma... Al menos mientras siga ahí y no se seque. Y de momento, decide, se limitará a seguir adelante, procurando no pisar más caracoles, porque ha comprobado que eso puede llevarle a pensar en lo estúpido que es buscar vida extraterrestre inteligente. Que bastante tenemos con lo que tenemos.

lunes, 5 de noviembre de 2007

DeBeers y el cine

Buscaba los que ponían matemáticamente en el cine antes de la peli aunque sólo he dado con éste, que no recuerdo. Mejor así; puede que ahora no me gustasen ni la mitad...

domingo, 4 de noviembre de 2007

Persépolis

Cuánto puede dar de sí un lápiz...

miércoles, 31 de octubre de 2007

Será eso...

viernes, 12 de octubre de 2007

jueves, 11 de octubre de 2007

Una vez logró que me entusiasmara, y eso no lo hago tanto


Mira que me suele importar poco a quién le den el Nobel, en fin, que mejor para ellos y punto, pero me ha alegrado que se lo hayan concedido a Doris Lessing. Aunque no la he leído mucho, lo que he leído en general me ha gustado, y "El cuaderno dorado" es un tesoro para mí, lo disfruté tremendamente -lo que me costó encontrarlo... y no, porque cuando hube desistido (no se editaba y en algunas librerías ni lo recordaban ya) me lo topé azarosamente en una balda en un rincón perdido de una tienda perdida, en inglés eso sí... y hubo flechazo-

Por cierto que todavía no he encontrado el vídeo en que lo periodistas le comunican la noticia a la puerta de su casa, cuando vuelve de ¿hacer la compra? Tiene que ser genial que te den noticias así...
"History becomes more and more a race between education and catastrophe"
H.G.Wells

viernes, 28 de septiembre de 2007

Historias del señor Keuner

EL ESFUERZO DE LOS MEJORES
-¿En qué trabaja usted?- le preguntaron al señor Keuner, y el respondió:
- Hago grandes esfuerzos preparando mi próximo error.

ATRAVESANDO UN VALLE, advirtió de pronto el señor Keuner que sus pies chapoteaban en el agua. Y al punto se dio cuenta de que su valle era en realidad un brazo de mar y se acercaba la hora de la marea. Se detuvo de inmediato por ver si descubría alguna barca, y no se movió del sitio mientras la esperaba. Pero al no aparecer ninguna, abandonó sus esperanzas y confió más bien en que el agua no siguiera subiendo. Sólo cuando le llegó a la barbilla, abandonó también esta esperanza y se lanzó a nadar. Había descubierto que él mismo era una barca.
Bertolt Brecht

domingo, 16 de septiembre de 2007

Domingo

Oleaje intenso y lluvia a cántaros. Casi solas y completamente mojadas al pie del acantilado.Disfrutando la humedad.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Aunque prefiero los vagones...

En una estación de Metro.
La aparición de esos rostros en la multitud;

pétalos en negra rama húmeda.
E. Pound

sábado, 1 de septiembre de 2007

Tengo memoria frágil

Paella penosa. Barbacoa improvisada.
Barcelona. Autobuses, callejas, gente, bullicio, rincones, tiendecillas con encanto, saltimbanquis, bailarines de claqué, capoeira junto a los patos, ositos de goma en un funicular, boda irlandesa, café junto a la Pedrera, mi banco de esperar, las tostadas carbonizadas, gente de barrio, trastevere desplazado.
Mediterráneo. Playa, calas, sol, libros, calma, yo.
Gerona. Judería, piedra, puentes, chocolate.
Mi hermano.
Amigos que no veo desde hace tiempo, amigos a los que dedico menos tiempo del que quisiera, algún nuevo amigo.
Fuegos artificiales en el mar.
Dormilón, la tortuga alienígena.
Noa en directo. Jazz y baladas bajo una carpa.
Avis.
Fiestas. Amigos de amigos, claustrofobia en los servicios, fuga -sin tocata-, desayuno con diamantes. Escaleras, olores, luces.
Teatro. Jazz, gospel, blues, revista. Ritmo en el gris.
Vuelven.

jueves, 23 de agosto de 2007

No, no me gusta. Y eso me mata. Mañana empiezo a cambiarlo. Quiero dejar de oír silencios, porque los lleno de voces, gritos o susurros. Quiero abrir ventanas y reducir espacios, para poder caldearlos yo sola y no perderme siguiendo ecos. Quiero luz, calor, vibraciones. Quiero rojos. Tendré que esforzarme por entusiasmarme en vez de entusiasmarme para esforzarme y escribirme en la palma de la mano mi localización, al menos aproximada, para cuando se me olvide que, de cuando en cuando, me encuentro.


lunes, 20 de agosto de 2007

Va de viñetas

http://rafeagain.blogspot.com/

Vi esto, lo leí entero, y se me ocurrieron al menos un par de bloggers que tendrían mucho que aportar, si les diera por ahí.

viernes, 17 de agosto de 2007

I´m back


Sólo me gusta, no tiene dobles sentidos; a mí las vacaciones me redimen, espero.

miércoles, 1 de agosto de 2007

Por fin

Me voy en unas horas y estoy inquieta. Espero llegar y desentenderme y reencontrarme un poco... Lo suficiente para tirar el resto del año. Voy a ahogar las preocupaciones en el agua verde y dejaré de ser un espectro por unos días. No creo que tenga tiempo para jugar con los tritones.

lunes, 23 de julio de 2007

Es caprichoso el azar


Me han recordado esta canción y lo mucho que me gusta. La oigo de nuevo y compruebo que no me deja de gustar, que cada vez me gusta más. Y que confío en el azar, aunque a veces te la juegue. Ya dije que vivo en una burbuja...

miércoles, 18 de julio de 2007

Apuestas, motas y bolas


En forma de apuesta llegó del hada Mc Clellan, como mota negra, de Ratonov y como bola la mandó Crapúscula; la recojo en los tres casos y aunque quería pensarlo un poco, simplemente aprovecho que ahora estoy sola y veremos qué sale. Uno a uno, ocho aspectos de mí misma (a ver hasta dónde llegan):
1-El blog nació un fin de semana anodino de nubarrón, no creí que fuese a durar mucho -creo que no lo pensé siquiera-, ni que fuese a ser leído, pero me ha gustado mantenerlo abierto y tener la ocasión de conocerles. Ahora no tengo nada que contar y anda bastante parado, pero me da pena cerrarlo y creo que sería una imprudencia. Sigo leyéndoles con regularidad, en cualquier caso.
2-Soy un pelo trágica, pero me cansa el excesivo dramatismo, aunque no me crean y a veces no lo parezca. Por otro lado, también puedo ser maravillosamente optimista y en general estoy bastante contenta conmigo. Soy normal, no se me ocurre qué destacar de mí, pero soy yo. Es cierto, es difícil afirmar algo absoluto de mí, lo contrario también podría aplicarse en otros momentos, distintas situaciones o con diferentes personas.
3-Me ahoga un tanto mi modo de vida, pero es lo que he elegido y hasta acabe con ello o elija otra cosa habrá que apechugar. Es esto lo que hace que viva congelada, que no palpe el paso del tiempo a pesar de vivir pegada a un cronómetro; vivo con un tempo diferente, lejos de la realidad con demasiada frecuencia y se me olvidan cosas importantes de cuando en cuando, como por qué lo escogí y que esto me gusta, aunque no el modo de aproximarme a ello (muy embrutecedor, a qué negarlo), e incluso quién soy.
4-Echo de menos ir a algún lugar y ver gente a diario. Hubo un tiempo en que creí que era capaz de estar sola sin problema, ahora me cuesta horrores. Echo de menos a los que se han ido a trabajar fuera. Me da miedo que la vida se pare para mí y me dejen atrás, aunque de momento siguen presentes y espero que lo estén mucho, mucho tiempo.
5-Ahora estoy cansada. Lo único que soy capaz de ver por delante es mi quincena de vacaciones, una barbaridad de tiempo que pienso emplear en visitar al amigo que acabó yendo a Japón antes que yo, patear Barcelona, sumergirme en el Mediterráneo, comer chocolate en la judería de Gerona, leer, pasear y dormir -ya habrá fiesta a la vuelta, cuando me reencuentre con mis neuronas- Estaría bien que la petardita Afrodita (me ha salido con rima) se deje de remilgos y se venga conmigo, para mí y para ella, que tiene algo especial con los tritones.
6-Me entusiasma la improvisación, quizá sea porque me la permito muy poco, y me divierto en las situaciones más dispares. Disfruté como una enana el otro día, comiendo pipas en las tripas de un barco en un parque infantil con un par de amigos -sí, últimamente tengo regresiones... aunque yo creo que nunca hice eso-. También recuerdo como una noche de particular diversión aquella en que a Afrodita y a mí un moro lector del Deia nos levantó ante nuestras narices el móvil (a ella también la cartera) en un antro similar a la Concha Azul (albergo la esperanza de que no lo recuerden) en el que, ciertamente, no había luz para leer.
7-Soy friolera como yo sola y los nubarrones y la lluvia me deprimen, lo que me hace pensar que en algún momento de mi vida acabaré emigrando, pero de Comunidad, que no me veo viviendo en otro país de manera definitiva: ni el clima ni el carácter lo hacen viable(además eso supondría inutilizar todo lo que estoy metiendo en la cabecita). Cambio en verano, mucho, incluso de aspecto.
8-A pesar de la innata cerrazón que me sirve de escudo protector, lo cierto es que cuando me siento cómoda hablo mucho. Demasiado. Para muestra, un botón.
Ahora tendría que emplazar a otros ocho a que nos dén ocho nuevas pinceladas sobre su vida. Mc Clellan, Ratonov, Crapúscula, Gonzalo, Buxter y Yein ya lo han hecho. De los restantes a algunos no los imagino con ganas para ello, pero por no sugerírselo que no sea, aunque Petrarca está de vacaciones ya y el Dr Oracle puede que tenga pacientes que atender (aun así, si se animasen resultaría instructivo cuando menos), quizá Asfoso, Libertad, Arda y Bambú gusten, no sé, como vean. Si el Sr Ráfaga sigue pasando por aquí y le atrae la idea, por favor, que no se corte. Y Afrodita, a ti, sin compromiso, te presto el espacio de comentarios o te abro una entrada, aunque esto igual te ruboriza más que cuando publiqué tu foto (ah, aquel robado, tan sorprendentemente poco comentado ;p)

sábado, 16 de junio de 2007

Esto es enrollarse y lo demás pecata minuta

A esto he llegado a través de Telémaco, y me ha dejado maravillada... Qué cosas más sorprendentes pasan por ahí y yo sin saberlo... (Claro que igual es de lo más común y el problema es que no salgo suficiente, visto lo del algarrobo)

jueves, 14 de junio de 2007

Guessing

La foto la he encontrado en www.jardineriaypaisajismo.blogspot.com, donde aparecen todos los jardincitos que han puesto por Bilbao con esto de Bilbaojardín 2007 (ejem, se la he pispado un ratito... un hurto de uso ná más)

El Sr. Angenti preguntaba qué árbol es el grueso y retorcido. Yo le he remitido la pregunta al autor del blog de jardinería, pero en tanto no conteste (si lo hace), se admiten apuestas.
Me parece relevante el dato de que se trata de una creación del paisajista Artur Bossy conforme a las sugerencias de cinco cocineros bilbaínos: Fernando Canales (Etxanobe), Daniel García (Zortziko), José Martínez Arija (Guggenheim),Víctor Montes (Víctor Montes), Santiago Díez Ponzoa (El Perro Chico).
¿Alguien ayuda? Valen elucubraciones

martes, 12 de junio de 2007

Quemando París

Nocturno II: El jardín de la luna

El jardín tenía un castaño y un olivo plateado, con su tronco musculoso, en el que vivían dos roedores blancos que tenían los ojos de luz y siempre se andaban escondiendo como las ardillas. Por la noche se veían sus ojillos aparecer y desaparecer. Era como los anuncios luminosos de las ciudades: primero una lucecita; luego dos, tres, cuatro. Tres, dos, una y desaparecía. Luego, las cuatro lucecitas de un golpe, en otra parte del olivo. Y así toda la noche, sin que nada se oyera. Alfanhuí solía quedarse contemplando el jardín y el juego de los roedores hasta que la luna se ponía.
También había en el jardín un hito de piedra blanca con una argolla y una cadena negra que arrastraba por el suelo. En medio, había un pequeño estanque redondo con un surtidor, cuya varita de agua subía y se agitaba tan solo en las noches de tormenta cálida y seca, y mataba las libélulas y los insectos que el viento traía de los ríos y los lagos que había secado Y al agitarse la superficie del estanque, en pequeñas olitas, afloraba el brillo de las arenas de plata que yacían en el fondo. También estaba enterrada la criada en un rincón de aquel jardín. Al fondo había un muro alto y un invernadero de flores que estaba abandonado y tenía los cristales llenos de polvo. Dentro del invernadero nacía la mala hierba y vivía una culebra de plata, que salía a tomar la luna en un claro del jardín.
Industrias y Andanzas de Alfanhuí. Rafael Sánchez Ferlosio

domingo, 3 de junio de 2007

Nocturno



Así empezó la noche y luego seguimos volando entre jardines de flores sonrosadas, limoneros, sandías, nueces y ratones encantados. La noche más extaña.

sábado, 2 de junio de 2007

Me han hecho un regalo inesperado, sorprendente y desbordante... Procuraré que no se me suba a la cabeza ;p. Un millón de gracias, me ha encantado.
http://asfoso.blogspot.com/2007/06/melpmene_2760.html

sábado, 26 de mayo de 2007

Continúa el espectáculo: Aracne

Me gusta imaginar mi alma pintada como las alas de las mariposas. Es roja, azul, verde y amarilla. Intensa. Lástima que también sea transparente, delgada, frágil, efímera. Un chaparrón como el de hoy la emborrona, y aun cuando no llueve, estos peremnes nubarrones no dejan pasar la luz -y es obvio que sin luz no hay color- y así volvemos siempre al gris o al gris oscuro casi negro.
He vuelto a soñar arañas.

Aracne oscila mirándome con sus ojos rojos y calcula. Y ahora mismo yo soy una mosca prendida de una telaraña. No es la suya, pero todo llegará. Ella, por si acaso, calcula. Algo le queda de humana a Aracne, y es que disfruta con mis pesadillas; no soy su comida, soy quien la divierte. Ahora piensa... y se imagina arrancándome las alas -sin anestesia- para dejarme así y observar de lejos mientras mi pequeño cerebro llega a entender que no volará más, nunca, nunca más. Pero antes de eso deja que me debata en esta telaraña ajena, sucia, triste y abandonada y que me enrede hasta quedar completamente presa e inmovilizada. Dejará que haga esto yo sola, y lo haré sin pensar y por tanto seré culpable de lo que pase y pesará sobre mi conciencia mi propia estupidez.
Sonríe. Espera a que me aprese, libremente, para intervenir y quitarme definitivamente la libertad y me dará tiempo para que medite y la eternidad para que recuerde.
También tiene ojos de cristal que reflejan los espacios vacíos.


sábado, 19 de mayo de 2007

Ay

Tengo la vida desordenada. No: la cabeza está desordenada, el sueño alterado (Morfeo ya no frecuenta mi cama aunque lo he intentado todo para atraer de nuevo su atención) y la vida suspendida... Y, sin dormir, creo que sólo sueño, y aunque no siempre son pesadillas, a menudo intento correr para escapar de algo y no puedo porque estoy clavada en el suelo... Y se acerca... Y ya no quiero ni correr, ni escapar, ni hacer nada. No me apetece ni escribir.

Luego aparece mi hermano y nuevos planos... El surrealismo.

martes, 8 de mayo de 2007

Aquí las clases teóricas



A ver si así se anima alguien más: un, dos, cha cha cha... Y mejor cerrar los ojos y escuchar...

lunes, 7 de mayo de 2007

Corazón Espinado


Esta noche me apetece un cha cha cha... ¿Alguien baila conmigo?

lunes, 30 de abril de 2007

Tu medio loca mamá te inventó

Todos los jueves del año
a las once de la mañana
junto a la Plaza de Mayo
con lluvia frío o calor
te esperaré vida mía
frente a la Casa Rosada
la espina de tu mirada
clavada en mi corazón.

No puedo evitar volver a ello: hoy se cumplen treinta años, "treinta años de vida venciendo la muerte", treinta años desde que aquellas primeras catorce madres decidieran reunirse por primera vez en aquella plaza, frente a la Casa Rosada. Treinta años de ausencias, de esperanza torturada, decididas a recordar a aquellos a quienes desaparecieron y borraron del mapa como si nunca hubiesen existido. Algunos nietos aparecieron, quizá aún aparezca alguno más o sus descendientes (en ello trabajan las Abuelas de la Plaza de Mayo), pero los desaparecidos... los desaparecieron a conciencia. Tan monstruoso que es difícil de asimilar... Que hombres puedan ser capaces de ello y seguir vivos y cuerdos -e impunes para más inri- todo este tiempo después (¿se les murió la conciencia o nunca la tuvieron? ¿O la desaparecieron también?)


Ser argentino es estar triste...

Las madres

El juicio; nunca más

sábado, 28 de abril de 2007

Sobre mudanzas, de nuevo






Andando despacio por la mañana, sin gente en la calle, un tenue sol que no calienta, visible el frío del inicio de un día cálido. En realidad no andaba despacio, pero el tempo externo se ha ralentizado, detenido casi, la canción eternizada, ¿cambiarías? ¿cambiarías? ¿Yo? ¿Cambiar? Algunas cosas sí, pero ni sé cuál es la dirección, ni cuál el destino. Alguien debió de apretar el pause en un momento dado y desde entonces estoy congelada sin atinar a pulsar el play -con lo fácil que suena-. Mierda, ni siquiera aparece ese maldito gato.

viernes, 27 de abril de 2007

La amiga

Afrodita entre tritones (ays, con lo pudorosa que es me va a mataaaaaaaaaaaaaar)

miércoles, 25 de abril de 2007

Fabulilla


-Ah- dijo el ratón-, el mundo es cada día más pequeño. Primero era tan vasto que me daba miedo, entonces seguí corriendo, y era feliz porque al final, en la distancia vi muros a derecha e izquierda; sin embargo, estos largos muros se acercaban tan velozmente unos a otros que en seguida me encuentro, en la última sala, y allá en el rincón me espera la trampa en la que voy a caer.

- Tienes que cambiar el sentido de tu carrera- dijo el gato, y lo devoró.


Fabulilla de Franz Kafka



miércoles, 18 de abril de 2007

Chiquitina, cómo te agobias; menos mal que lo hacemos por turnos y no rodamos juntas cuesta abajo hechas una pelota de brazos y piernas y neuronas un punto más despendoladas que cansadas y desquiciadas. Ahora rueda una y la otra la frena un poco. Espera, que me agazapo y me hago piedra; no saltes por encima -no mires, pero está el precipicio, aunque tampoco temas caer: Poseidón nos lo está convirtiendo en Mediteráneo y Hermes, mientras tanto, revolotea por ahí por si tiene ocasión de rescatarte (creo que le has hechizado con tus ojazos azules y tus rizos desordenados como los de una Afrodita recién nacida)-. Bien, hoy estamos salvadas, mañana tú te paras y ruedo yo...

martes, 17 de abril de 2007

"El chocolate es mejor que un beso"

Vaya, resulta que el universal "sustitutivo de" nos estimula más que aquello a que sustituye. En fin, creo que en el fondo ya lo intuía.
Aquí el articulillo a modo de anécdota.

Galeones y tristezas

Es un galeón fantasma. Tiene de misterio todo lo que tiene de desconocido; ignorar su procedencia, sus viajes, quiénes fueron sus tripulantes, qué cargas transportó, y sobre todo, qué lo trajo aquí y qué lo hundió hace que cada cual pueda soñar lo que quiera sobre él; puede cerrar los ojos y verse sobre la cubierta combatiendo piratas, persiguiendo tesoros, explorando tierras, comerciando en puertos lejanos, conociendo sirenas, topando con Ulises, retando a Poseidón. Yo lo miro también desde lo alto de mi precipicio y olvido por un momento que fui yo quien lo colocó ahí hace ya tiempo, y cierro los ojos, me convierto en sirena, y cuando la luna se asoma entre nubes me arrojo desde lo alto hacia sus mástiles, con los brazos abiertos y las ansias también abiertas, esperando que la fantasía pueda inundarme a mí como a los demás y envolverme, raptarme, golpearme y desatar por un instante siquiera los nudos del hilo irrompible, inmune a las tijeras, pero susceptible de liarse eternamente hasta estrangularse a sí mismo. Bien lo sabe la parca desdentada que desgrana guisantes en medio de la taberna del puerto, sonriendo perversa y medio loca, consciente, no obstante, de que a sus útiles les estoy vedada pero no así a otros puñales, tal vez más lacerantes. Y se balancea ronroneando, relamiéndose satisfecha: "ni yo ni tú, ni yo ni tú". Nos conservamos en hielo, por eso permanecemos, por nosotras no pasa lo que pasa, pero pasa. Quietas entre el movimiento. Y sonríe y se balancea, pero aún así está quieta y queda en el trasiego y barullo de la taberna.
El agua está terriblemente fría y negra y agitada; aúlla entre los boquetes del casco, helada, profunda, salvaje, cruel. ¿No hay fantasías para nosotras, Parca? Sí, sí las hay, como hay pesadillas, y, así, hoy nos toca lidiar con tiburones armadas con sueños y anhelos y rayos de luna de plata, y con ansias, muchas ansias, asfixiantes ansias, pero mañana quizá venga Orfeo, con liras y flores, y nos duerma a los escualos y apacigüe a los tritones, y mientras llora su pena pulsando sus cuerdas, quizá traiga luz y calma a las aguas, y delfines y sirenas, y, quizá, mientras pulsa sus cuerdas, desanude las nuestras.

lunes, 9 de abril de 2007

300

¡No! ¡No iré a verla!`Pero las parodias están muy trabajadas, fisguen un poco...


viernes, 6 de abril de 2007

Regresiones...

Estooooo.... Tiene una explicación: ¡acabo de descubrir que mi hermano no los conocía! Una infancia sin ellos... ay. (Por cierto, que he tenido ocasión de bailar esto en un pub rodeada de gente enfervorecida, por raro que suene...)

Ahhh, y esto que sigue es lo que veía la generación perdida...


miércoles, 4 de abril de 2007

Exit

Al salir de la ducha no había nadie. Blancos pasillos, largos pasillos, eternos pasillos vacíos. Luces apagadas casi en su totalidad, al fondo brilla alguna y al llegar a ella se apaga y se enciende otra más allá, de nuevo al fondo. Luz de emergencia, sobre plano de emergencia. Nunca antes los había mirado, nunca antes los había visto siquiera. No hacen falta tampoco ahora, no es una emergencia: lo único que pasa es que no hay gente, ni luz apenas, pero éste no es uno de esos momentos en que estar solo se convierte en una crisis -tampoco las salidas alternativas, las puertas camufladas, los extintores o las escaleras de incendios sirven para solucionar esos momentos cuando se dan, no al menos como regla general-. No hay prisa por salir. Igual ni siquiera llego a salir; de pronto se ha vuelto extrañamente cómodo esto. Secadores un poco más adelante, a la derecha. Me suelto el pelo, pulso el botón, se encienden todos a la vez: dos hileras de seis, uno más allá para gigantes, uno más acá para tripulantes de sillas de ruedas y transeúntes de talla baja que no quieran trepar a los bancos de los de altura media. Demasiado ruido, estrépito que rompe la soledad de los pasillos y los puebla de ecos, de bramidos, de gritos de maquinaria fantasma que suena a funcionariado clamando ante mi intento de ponerlo en funcionamiento a deshora. Ruido de oficina multitudinaria, hora punta, el de la ventanilla con el café. Cierto, miércoles. Cierto, es tarde. Cierto, vacaciones. Callan y no vuelvo a incitarlos a soplar. Todavía estoy empapada, pero ha subido tanto la temperatura aquí que pronto desaparecerá la humedad. Entretanto la atmósfera es algo pegajosa. Me asomo entre las hileras al laberinto de pasillos: silencio, oscuridad, soledad. Me descalzo: el suelo no está frío (ni sucio), y mis plantas sienten y me percato de que apenas están acostumbradas a hacerlo; se estremecen sorprendidas. Y después sigo liberándome de telas y fronteras, consciente de que estoy sola y esto quizá no se repita, el calor y la humedad lo reclaman, condensados a mi alrededor, y es ésta una agradable sensación de libertad, de plenitud, de envolvente calidez. La piscina está arriba. Vacía y quieta, negra pero reluciente; entra la luna atravesando las cristaleras cuando se lo permiten la lluvia y los nubarrones. Fuera hace frío y llueve, llueve, diluvia; esto es un abrazo frente al desamparo. Agua tibia que suena a cascabeles. Quizá, quizá... hoy no salga después de todo.

sábado, 31 de marzo de 2007

Qué bonitos ojos tienes

Qué bonitos ojos tienes, qué bonitos con sus betas. Qué profundos cuando me miran con tenura, cuando me dicen que me quieren, que estás ahí aunque te cueste articularlo. Qué bonitos cuando sonríes con ellos aunque intentes mantener serio el gesto. Qué bonitos cuando atravesando silencios o barullos, soledades o gentíos, me gritan lo que piensas o adivinan lo que pienso. Qué bonitos cuando afirman, cuando me despiden, cuando me saludan, cuando me animan, cuando bromean. No quisiera verlos dolidos, no quisiera ver tristeza en ellos: me encogería demasiado el alma, así que alégralos, hazlos sonreír, hazlos saltar; que expulsen chispas de entusiasmo, que palpiten vivos bajo esa ironía presuntuosa que es tan tuya y que tanto quiero. Qué bonitos ojos tienes; porque son tuyos son bellos, porque son tuyos y son tú y te delatan aunque no quieras. Porque me comunicaba con ellos tiempo antes de que fueses consciente de ello, sin que pudieses, por tanto, taparles la boca, sin que pudieses, por tanto, mentirme ellos mediante. Transparentes, te han ganado mi afecto por sinceros, por inocentes, por tiernos, por tuyos, por míos. Sigue ahí, con ellos, conmigo, cerca o lejos, sigue ahí...
Escucha, no oigas, escucha y si tienes tiempo, sigue escuchando -¿por qué asocio esta versión al final, a los títulos de crédito?-

El crimen fue en Granada

No ha sonado y no me he atrevido a molestar, la compañía me ha traído sentido común, está bien, está bien, espero que no vuelva la inquietud, mañana será evidente que todo está bien...
Esta tarde me han hecho un regalo; "Elegías a la muerte de García Lorca. El crimen fue en Granada", que empieza precisamente con "El crimen fue en Granada" de Machado. Siempre que lo leo me pone un nudo en la garganta y a veces me empaña los ojos y me encanta, me encanta aunque duela un poco, porque me mueve tanto... En esto mido yo la calidad de un poema, en el grado en que me emociona, me llega, me conmueve, me transmite, me hace reflexionar, me cambia, me acompaña, me consuela, me conforta, me arrasa, me secunda, me alegra,me afecta en suma. Es muy subjetivo, sí, pero es el criterio más satisfatorio de selección que conozco, aunque con ello me deje algún marinero en tierra o pase por encima de ciertas hojas de hierba -sin faltarles al respeto-. Ahora necesitaba un nudo, que desatase otro nudo; a veces ciertas cosas tienen el don de la oportunidad. A ver si comparto gustos con algún trovador...

I EL CRIMEN
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico.
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-
....Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...

II EL POETA Y LA MUERTE
Se le vio caminar solo con ella,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque - yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
"Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!"

III
Se le vio caminar...
Labrad amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

viernes, 30 de marzo de 2007

El teléfono se obstina en no sonar. Traidor cachivache: viene a mí como esclavo y se hace mi dueño, y se permite no sonar para decirme que todo está bien. Sé que todo está bien, lo sé mientras te lo digo, pero necesito que me lo digan, aunque sea para poder decir "lo sabía". Y sé que todo está bien, pero desde que me dijeron que llamarían para decírmelo me corroe la inquietud y no me puedo estar quieta y no puedo dejar de mirar al esclavo traidor ni de amenazarle solapadamente -ahora ya no tan solapadamente-. Ahora que te lo digo lo sé. Todo está bien. Despertó. Pero, por Dios, por Júpiter o por Tutátis, suena, maldito teléfono y dímelo, dímelo, dímelo. No me creo que no esté bien, si es que no lo creo; no dudo que todo esté bien... ¿por qué no se queda quieta esta pierna entonces?, ¿por qué estoy aquí para no estar sola con mi cabeza?. Mierda, mierda, suena....
Vale, me voy, me voy a la calle... suena, suena, ¡suena!

jueves, 29 de marzo de 2007

Cansancio

Esta mañana, antes de que la luz acabase de salir, me ha visitado una enorme mariposa nocturna. Esta noche he visto su final. Se fundió la mariposa mientras moría una bombilla y un trozo de calle quedaba a oscuras. Un segundo, un destello de luz, un momento de lluvia dorada violando un par de alas chamuscadas -Ícaro, Ícaro, mantén las distancias-. Pasó su instante y ya no es, y no está, y no importa.
Melpómene vuelve la espalda, cansada, y el viento borra el pasado que deja tras ella y le pinta un puente de cristal bajo los pies, con una grieta que lo atraviesa de lado a lado. Suspira. Cansancio. El tiempo detenido, de nuevo. Cansancio. Cada vez es más vieja y le pesan más los pies, ya casi los arrastra y aún no ha llegado al centro del puente mientras la grieta se ensancha y amenaza con engullirla. No importa.
Y ahora me duermo y sueño y todo desaparece, se esfuma, no es, no fue... y no importa.
Ecos, ecos suaves que trae el viento... Me gusta esta monserga africana. Soñaré en colores el olvido, las alas, la grieta; pinceladas cortas que coloreen el día gris y después... No sé, no importa.

sábado, 24 de marzo de 2007

Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar


"Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar".


Es el último verso del poema, y, al cabo, el único que recuerdo, que va y viene y choca con violencia contra las rocas mientras se apaga mi consciencia y le doy la mano a Morfeo. Es también un murmullo, una nana, un susurro de voz grave ¿de hombre? ¿de mujer? Del mar. De la mar. Mar que arrasa y golpea, que acuna, mece y abraza; iracunda a ratos, calma a ratos. Y grita, y llora, y gime, y ríe; mar que, seria, escucha, comprende, habla o simplemente calla. Y es profunda y verde y transparente. Y es sueño, y libertad enorme y desatada. Cambian aquí los versos. Velas blancas en el horizonte, luna de plata sobre ellas, una mujer en la baranda, espera; los ojos perdidos en el verde nocturno de un mar que ha tomado de ellos su color. Ojos que, incoloros, ya sólo reflejan el horizonte. Ojos de fría plata.

Pasa el tiempo, pasa. Y ahí sigue, verde, verde, verde que te quiero verde y transparente y suave. Mar, que es mío ya, se lo digo: "eres mío porque te me has metido dentro, porque me has abrazado y me has llevado lejos y me has traído de vuelta después de abrirme los ojos, a veces con ternura, a veces con violencia, con una indiferencia que me duele hondo cuando me alejo de ti, que comprendo cuando me envuelves"

Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar.

Y quiero zambullirme en él de nuevo y ahogar las preocupaciones; hoy lo quiero soleado y violento, quiero beberlo salado, quiero absorberlo por cada poro, quiero fundirme con él y perderme y encontrarme, y dejarle todas mis lágrimas dulces para que las lleve a la orilla convertidas en cristales en que, al caer la noche, vuelva a brillar la luna gitana, la luna de plata, la luna que reflejaron unos ojos transparentes -unos, muchos-, perdida la esperanza.

Es un mar de juegos y de veranos, de comerciantes y pescadores de manos callosas, de hombres que no volvieron, de mujeres que se desgastaron mirándolo, de alegrías, de tristezas, de vida y de muerte, y no, no es como todos, es distinto; es el nuestro, lo distingue su color, su luz, que es otra, su alma...sus gentes lo reconocen, saben que sana y envenena y sí, lo dicen, lo quieren y lo temen.

Abre tus ojos verdes, Marta...

...Quién tuviera los ojos verdes para que alguien pudiera oír el mar en ellos...

(Y aquí su sonido, que ya conoces)

domingo, 18 de marzo de 2007

Duendes sin olla de oro

No recordaba que hoy era San Patricio -realmente no tenía grandes motivos para hacerlo- y sólo me he percatado de ello al ver un número excesivo de gnomos de gorro verde por la calle -saliendo de los bares principalmente-. No sé por qué me atrae esta fiesta, a pesar de que los actos cargados de patriotismo suelen afectarme al hígado y al estómago (quizá esto último venga provocado por un empacho de banderas ondeadas aquí o allá para recordar a otros que la propia es más grande, más bonita, más importante y que por eso unos son más que otros, olvidando que hoy se conservan como un símbolo de otras cosas). Creo que es porque los irlandeses que conozco la celebran con auténtica emoción, con nostalgia, con cariño y con risas, música, baile -y alcohol casi siempre, pero no siempre, no crean- y porque abren las puertas e invitan a todo el que quiera entrar a que pase y sea uno más y ría, cante, baile -y beba si es el caso- sea cual sea su bandera (al menos aquí en España son bienvenidos incluso los ingleses, a pesar de sus rarezas -sin acritud-, siempre con el deber moral de participar en la fiesta, por supuesto, eso siempre). De nuevo parece que la cosa se resume a hacer las cosas con pasión, con humor, hundiendo barreras, uniendo a gente completamente desconocida que por unas horas se hermanan, se abrazan, ríen, cantan, hablan, beben, se divierten juntos. Feliz día de San Patricio.

(Por cierto, me acabo de enterar de que el trébol de cuatro hojas está en peligro de extinción, incluido como tal en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas -y lo que me ha extrañado no es que haya pocos, eso ya lo tenía constatado y siempre he dado por hecho que por eso se dice que traen suerte, sino que constituyan una especie distinta de los de tres... ignorante, ignorante-. Parece que los que quedan en España se localizan principalmente en el cuadrante suroccidental de la Península, pero ¡por favor!, sean responsables, no me vayan a por ellos: opten por la pata de conejo -de granja a poder ser- o la herradura...)


sábado, 10 de marzo de 2007

Tortugas voraces o Vuelva usted mañana

Estaba buscando una viñeta concreta en que Libertad analizaba la raíz primigenea de lo mal que marcha el mundo, que no he encontrado, aunque con la excusa me he reído un rato. Yein, gracias por recordarme a esta niña de ¿48 años?, los lleva bien.


viernes, 9 de marzo de 2007

Ensayo, alucinación o efecto de un kellog en mal estado, todavía no sé

Y aquí está mírelo. Al fin lo encuentro señor mío, qué preocupación nos ha hecho usted pasar, pero mire: si aún me tiemblan las manos del desasosiego, qué incertidumbre, Señor, Señor. Y nos ha hecho buscarle por toda la casa, removiendo cuadros y alfombras... hasta debajo de las faldas de señoras y muchachas hemos tenido que mirar -y no porque nada nos hiciese pensar que usía se metería voluntariamente allí, no me malinterprete... pero todo podía ser: un tropiezo, cae, se engancha en una enagua, puede pasar-. Sea usted consciente del alcance de sus actos: hemos removido cielo y tierra, y estando en ello hemos descubierto más amantes en armarios y baúles que pipas tiene un girasol -ha habido que dejar de verlos después de los cuatro primeros, ya sabe, para no quedarnos sin servicio carnal y que no corra la voz de que está la casa convertida en un burdel, antro de perdición, Babilonia inglesa-. Y aquí lo encuentro, durmiendo plácidamente bajo una col. ¡Desaprensivo! como si no supiese que por aquí campan a sus anchas esas voraces tortugas rojas de dientes afilados que devoran las coles sin pararse a mirar lo que hay debajo; a estas alturas podría estar en el estómago de una de ellas y haber acabado después en la sopa de diario, sorbido por su señora, las doncellas, los criados, y los amantes de unos y otros -salvo de su señora, salvo de su señora, líbreme el cielo de sugerir...-

El hombre no se mueve un ápice; parece no haber oído. Los ojos cerrados. Si acaso parece temblar ahora un poco, quizá por desprotección: echa de menos el peso de la col sobre sí, siente el viento frío y la humedad de las últimas horas del día.

Levántese, vamos, antes de que se cierre la noche y se borre el camino y nos perdamos en la niebla. Levántese: aunque mañana volviesen a poner el camino la casa podría no estar ya allí, cabe que no nos esperen.

Y ahora sí, entreabre los ojos sin mirar al hombre que le habla y, ensimismado en el infinito, ulula: -un fantasma- y alarga los brazos hacia arriba, manoteando como un bebé al que despojan de su chupete, buscando algo en el aire.

¿Un fantasma? ¿Y tanto escándalo por eso?¿Por haber visto un fantasma?. No es usted un chiquillo para asustarse de fantasmas. Ya sabe que están ahí, que pululan por la casa, que estaban antes que usted y que yo, que la casa es más suya que nuestra. Y qué, si no molestan, no hacen ruido, no despiden mal olor, nos sirven el té y nos acercan las pastas; son criados sin sueldo, no reclaman comida, ni cama, ni ropa, no se entretienen en murmurar, mudos testigos de lo que pasa... y sin baúles y armarios, deberían ser más de los que son, ahora que lo pienso. Sí... es una lástima, no son muchachas sanas de rollizas pantorrillas, eso es cierto... El hombre se ha vuelto viejo de repente, pone los ojos en blanco y se pliega sobre sí un momento, palmoteando puerilmente y dando pequeños brincos medio en éxtasis; son unos segundos, rápidamente se recompone. Vamos, deprisa: hay que volver.

Una risa algo desquiciada se alza desde el suelo, subiendo como a peldaños, alcanzando notas diversas, las frecuencias más graves y las más agudas; despega sus labios por fin el hombre de la col:
Idiota, idiota. Yo, yo, era yo... Cómo meterme bajo una col si no, piense, piense. Es usted un tonto, un mentecato, un simple, burro, pollino, asno -jumento que diría mi abuela, paréceme estar oyéndola- Trae el viento ahora una voz cascada de vieja: jumento, jumento. Tonto de capirote, debería saberlo ya... Me mataron ustedes, ayer en la cena -de aburrimiento-, se habrían percatado de haber callado un momento. Allí debe de estar todavía la carcasa de lo que era yo, sentada en el butacón, presidiendo la mesa. Pero no se lo reprocho, no, no; ni yo me di cuenta al principio (de lo aburrido que me tenían se me fue la cabeza a otra cosa y creo que no estaba presente cuando ocurrió). Me fui a dormir y me dejé atrás, y todo sin descubrir nada hasta esta mañana en el excusado, en medio justamente de las abluciones matinales -cómo he puesto todo, el suelo, el espejo, la pared... agua, agua por todos lados-

Silencio, silencio del primer hombre, joven al inicio, viejo después, ahora no sabemos –vivo aún, creemos-, que piensa y repiensa cómo no se les ocurrió buscar en el salón, puesto que han revisado minuciosamente cada esquina del caserón, la chimenea, la cocina, el corral, todas las habitaciones del servicio, cada armario, cada baúl, cada caja de costura...

Suelte ya mi col, mal rayo le parta; ya lidiaré yo con las tortugas, no serán peores que ustedes. Muerto ya no soy persona, no tengo derechos pero tampoco obligaciones, no hay vínculo matrimonial, mis hijos son huérfanos de padre -no hay hijos ni ilegítimos, ni legítimos que algo puedan reclamarme, por tanto-. Nadie me persiga: estoy libre de deberes; las leyes, los jueces, los abogados, nada pueden ya contra mí salvo, quizá, repartirse mi herencia; háganlo, sáquense los ojos como cuervos (que no se confíen: dejo viuda peor que ellos). No me importa, ahora me dedicaré a dormir bajo una col.

Y por fin el primer hombre reacciona y suelta el vegetal con cierta dejadez, se vuelve sin ver a la vieja que le señala desde una seta, y toma el camino a casa pensando que, al menos, ya no tendrá que volver al armario, que ahora tendrá un hueco en la cama de dosel, entre sábanas de raso -no sabe que el notario ha llegado allí primero; dejémosle, no se lo digamos aún.- Jumento, jumento, jumento, jumento; cantos le acompañan desde la seta en su marcha a través de la niebla.

Ridículo, sí completamente ridículo (es la col, que ríe con la felicidad de quien no sabe que la tortuga se acerca).

lunes, 5 de marzo de 2007

Y yo que pasé de los conejos rosas...Ay

Sí... esto lleva ya tiempo por ahí, pero a mí me ha hecho sonreír hoy.
http://www.youtube.com/watch?v=i1xnVDiV9xE

Y ésta y otras cosas potitas se pueden ver aquí: http://rafagadeimagenes.blogspot.com/

domingo, 25 de febrero de 2007

Morfeo (o terrores nocturnos)

De nuevo el pánico al sueño. No me sueltes la mano. No, no hay un monstruo en el armario, ni debajo de la cama, ni en las sombras del rincón. Pero temo apagar la luz y cerrar los ojos y quedarme quieta y oír mi respiración y mis latidos y el silencio más allá. Y me taparé hasta la nariz como cuando era pequeña y temía a la oscuridad o a algo de la oscuridad que no llegaba a identificar; hasta que el calor se haga insoportable, las sábanas se empapen de angustia, el pijama se retuerza y me falte aire... Y tras docenas de vueltas recordaré el cuento de la princesa que no podía dormir porque bajo el colchón tenía un guisante. Y me levantaré y buscaré el guisante. Y no lo encontraré porque nadie se buscó la ocupación de meterlo allá. Aunque lo hallase, da igual, no soy una princesa. Curioso, eso me reconforta en parte: no soy una princesa ¿Qué soy? No sé, creo que es hora de saberlo, o de soñarlo, pero no lo sé, ni lo intuyo; me asusta. Pero no soy una princesa, algo es algo.
***
Miedo al sueño, a la inconsciencia, al pensamiento desatado y descontrolado, a caer en la cuenta de realidades que de pronto suenan terribles aunque con luz no lo fueron. No fue para tanto; humo sin fuego, hoy no vino la sombra aunque estaba sola y era vulnerable a ella. Qué monstruosa es una cabeza sola de noche...
Y ahora no hay mucha más luz, pero es de día. Niños que gritan en la calle a las 8.30 de un domingo. Algún ebrio que vuelve sin encontrar la línea recta. Y bailarinas de noche de sábado. La anciana del último piso está en la ventana. De perfil -ahora casi de espaldas-. No mira a los niños, ni al hombre tambaleante, ni a las bailarinas (si lo hiciese sería una mirada desdeñosa desde lo alto de su atalaya, pero no merecen eso siquiera). Recoge algo y se va, con su bata azul, aunque aún la veo moverse entre las sombras, más allá, en un segundo plano. No se irá más lejos; está sola y sola no se va lejos...
Estamos solas, ella y yo, cada una por su lado. Han desaparecido los niños, el hombre, las bailarinas. Hoy es domingo; el hortelano no está, hoy duerme.
Solas con nuestras batas azules -enciendo la luz para que haga de faro y lo sepa-. Solas en bata.
Otra luz. En el primero. Faro en la niebla. Mujer de blanco tendiendo sábanas blancas en la humedad de la mañana.
Y somos tres. Una multitud.
Nueve menos cuarto. Empezamos de nuevo.

miércoles, 21 de febrero de 2007

De Núñez a Gijón

Escucho a Carlos Núñez y se pinta una sonrisa en mi cara. Me encanta su entusiasmo, por la música, por los amigos, por el cine, por todo. Me encanta cómo funde y refunde, con qué naturalidad y cariño habla de unos y otros amigos actores, cantantes, directores de cine de acá, de allá o de más allá y lo que extrae de cada uno. Habla de conciertos o grabaciones en Escocia, Irlanda, Japón, Estados Unidos, Cuba, Portugal, de inspiraciones en Galicia, Aragón, Andalucía y repite varias veces que no hay fronteras, que ya no las hay. Y ciertamente no las hay para él, porque coge lo que le gusta de aquí y de allí, lo escucha, lo mira todo con atención, lo degusta, lo une a lo suyo y crea cosas nuevas, nuevos sonidos, imágenes y hasta sabores que nos recuerdan situaciones que no vivimos siquiera. Y me gusta. Me esperanza que haya gente así, tan genial, tan universal y tan sencilla a la vez-al menos en apariencia-. Y me contagia; quiero viajar de pronto, quiero meterme en una taberna irlandesa y hacer amigos allí, quiero aprender sus danzas y saltar y cantar con ellos y luego pasar por La Habana, pasear por el malecón, hablar con el viejo que, allá al fondo, toca acompañado de una desgarrada guitarra una canción que nunca oí pero que me cuenta cosas que conozco, y después me gustaría visitar un jardín zen en alguna aldea japonesa bajo lluvia finita, llovizna triste y antigua, para pasar a mirar más tarde cómo el mar golpea los acantilados asturianos... Ay, y en Asturias sí he estado, aquí enlazo con recuerdos reales... Un Gijón envuelto en una niebla de verano entre las rocas junto al mar, vacío, sin gente -desapareció de pronto-... El agua estaba tibia, -o quizá simplemente refrescó de pronto fuera de ella- y quieta, sorprendentemente quieta esta vez. Y yo volví del mar y me senté en una piedra junto al amigo y compartimos silencio mucho rato, una eternidad de relojes parados, minutos infinitos, hasta que me dio la mano para ayudarme a volver a la realidad... Sonrío de nuevo después de una pausa en que he pasado a echarle de menos, creo que le gustaría acompañarme por mi periplo y quizá.... quizá algún día, sí, lo hagamos.

sábado, 17 de febrero de 2007

Carnaval


Uy, uy, uy... Cómo andamos. Me he vuelto a pasear por los blogs y entre desamores, nostalgias y tristezas varias y avisos a potenciales suicidas creo que el gris se está extendiendo y oscureciendo. No puede ser, tanto pesimismo: este fin de semana cambio de color, a ver si mirando con lentes teñidas esto mejora. Y estoy con Yein, mi rincón ha nacido gris y tiene su razón de ser que lo sea, pero ya vale. No tengo tiempo ahora para escribir algo largo, no sé colocar cancioncillas por aquí, y no voy a dedicarme a buscar ahora uno de esos encantadores fragmentos alegres y optimistas que tengo por ahí, pero me apetecía mandar un beso a Yein, otro a Crapúscula, otro a Mc Clellan y otro a Ybris (y si alguien más pasa por aquí y quiere uno, que ponga la mejilla...). Tengan, Srs, unos estupendos carnavales -incluso en el trabajo si es el caso-, que el lunes quizá yo vuelva al gris, pero a uds los quiero de colores...



(He aprendido a poner cancioncillas...)

viernes, 16 de febrero de 2007

Hoy estoy sin saber yo no sé cómo

"Hoy estoy sin saber yo no sé cómo,
hoy estoy para penas solamente,
hoy no tengo amistad,
hoy sólo tengo ansias
de arrancarme de cuajo el corazón
y ponerlo debajo de un zapato. [...]"

Me sobra el corazón
Miguel Hernández

Y no sigo trancribiendo porque lo demás va más allá de lo que siento ahora, porque no quiero acabar de deprimir a los eventuales del gris, y porque aunque hoy estoy angustiada y en Babia y no doy una a derechas, no me concentro en nada y quiero llorar por todo ello y porque no sé por qué me pasa, no me planteo por qué me perdono la vida cada día, sino por qué la vida no me da un puntapié harta de que a veces me ataque la melancolía con todo lo que ella tiene para ofrecer... Pero es cierto, a veces sobra el corazón y dan ganas de ponerlo bajo el zapato, y sólo hay ansias y no sabes dónde ni cómo ponerte, ni qué hacer para que se vayan y te dejen seguir... ay.

jueves, 15 de febrero de 2007

La casada infiel

Erotismo por todas partes, en el aire, en los blogs, en la calle, y todavía no ha llegado la primavera... Será el calentamiento global.
El otro día me quedé con una reflexión sobre la infidelidad que me sublevó del todo, como si intentasen rasgarme un ideal que me insufla aire... Luego pienso, matizo, corrijo, no tumbo el ideal pero soy consciente de que es inevitable relativizar y contextualizar, siempre acabo sintiéndome culpable de las rotundidades que parezcan erigirme en juez absoluto de lo correcto y lo incorrecto, de las comparaciones exageradas. Pero sigue ahí la esperanza de que que la lealtad exista.
El caso es que con tanta vuelta y revuelta, ha venido a mi memoria, de nuevo, un poema de Lorca: "La casada infiel". Lorca es LORCA, con mayúsculas, Federico el Terrible, conmovedor, arrasador, removedor de entrañas. Es rojo, negro, aceituna, luna, sangre, reyerta, amor, pasión, muerte, pena... Y lo releí, y sentí de nuevo, porque no se entiende ni se piensa, se siente. Y luego cerré los ojos para apreciar mejor la brisa, el murmullo de las hierbas y los lirios, el rumor de las aguas del río, el frío templado de una noche de verano temprano, las huellas en la arena, la ansiedad de las manos liberándose de fronteras en forma de enaguas, corsés, camisa, pantalones, la piel blanca de una paya bajo la luz de la luna y el cuerpo oscuro de un gitano seguro de sí, algo rudo en sus gestos, esforzándose por resultar suave. Blanco y aceituna entremezclados bajo la plata de una noche de luna sin faroles, y el rojo de las bocas desbocadas, mordiéndose con el ansia de dos lobos hambrientos. Y los susurros inconfesables de una mujer desenvuelta, apasionada pero consciente, que el hombre, legítimo y digno gitano, engañado pero entero, guarda para sí a pesar de los pesares. Ahí lo dejo:
"Y yo que me la lleve al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.
*
Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quito el vestido.
Yo, el cinturón con revólver.
Ella, sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.

Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.
*
Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río."

Federico García Lorca

miércoles, 14 de febrero de 2007

Noches de blanco satén

He oído una sirena. La sirena de un barco grande. Llega a través del frío cortante. Un bramido atenuado por la distancia, cortando el cortante frío.
Ahora no habrá nadie en la calle.
Pasa un coche.
Otro.
Una moto.
Nadie.
No llueve ya; cesó el viento.
Seguro que en las casas hay luces encendidas; algunas cocinas y algunos salones. Cena y televisión. Quizá también algún dormitorio, pero éstos no permanecerán mucho tiempo encendidos.
Otro coche.
Un tapón cae al suelo en el piso de arriba. ¿Un tapón? -a esta hora no será una pinza, un cubierto pesa más, un vaso se habría hecho añicos, una canica habría rodado largamente, un bolígrafo habría repiqueteado, una manzana habría producido un sonido más sordo-, un tapón de plástico de botella de agua mineral (no sabemos la marca, pero conociendo las características de los consumidores podemos suponer que es de un litro).
Hoy estreno mi pijama, es un regalo y es... suave. Tiene corazones rosas sobre cuadraditos blancos y corazones blancos sobre cuadraditos rosas. Y sobre los corazones rosas y blancos y los cuadraditos blancos y rosas, vacas con gesto de interrogación, cierta sorpresa que interrumpe su rumiar y prolonga la existencia de una desproporcionada florecilla también rosa -no, no la ofrece; pretendía comérsela y después,, cuando haya pasado la sorpresa, lo hará, olvidando que algo la distrajo-.
Oh, acabo de descubrirlo ¡Está mirando un tren! Es un tren lo que pasa ante sus ojos sorprendidos: uno de los antiguos, pero de los antiguos, antiguos, con locomotora, carbón, chimenea y su humo negro -de esos que, nos decían, en España eran más anchos que en Francia, para lidiar con nuestra caprichosa orografía de montaña rusa-. Sí, es eso lo que observa la vaca de la flor, y la que arranca hierba, y la tumbada que saca la lengua -diría que saluda con ella, si no fuera porque ésta parece más ida que las demás y, si bien mira hacia el tren, no parece verlo; a saber qué tipo de hierba habrán dado a esta vaca-.
La chaqueta rezuma una todavía mayor originalidad, ostentando tres grandiosos fresones en el delantero -son más grandes que las vacas- exagero. D dice que con ella parezco una máquina tragaperras en la que haya tocado premio (intento buscar el lado bueno, pero no, no creo que se refiera a que soy yo tal premio...)
Noto al sueño acechando tras los ojos. Pican un poco, pero no quiero dormir. Falta algo. Siempre falta algo a la hora de dormir, de apagar y de desconectar hasta mañana.
Las vacas giran, algunas están patas arriba. Voy a deshacerme de ellas antes de dormir: las enviaré al matadero del B.A de D... Pero mira sus caras: han debido de intuir lo que pienso; ahora que pasó el tren la sorpresa no puede deberse a otra cosa, aunque no están espantadas, no se han movido, no escapan: o son tontas, o no lo creen o desconocen el concepto de matadero y muerte. Veremos.

Sirimiri

Lluvia menuda que cae blandamente. Sobre fondo gris. Nubes plomizas que sujetan el cielo para que no se me caiga encima, mientras me voy mojando sin saber cómo, empapándome de esta lluvia que no es lluvia siquiera, que casi no se ve y no se siente pero que cala y enfría y entristece. Es indiferencia, es un medio camino, es un no es, como el gris, que ni es negro ni es blanco, y por eso aunque penetra no llena, sino que vacía. Y te lleva a casa, tras la ventana, con los ecos de lugares en que crecen rosas salvajes de fondo, una taza humeante en la mano, un libro olvidado sobre la cama y vaho y nostalgia en los ojos, clavados en un punto fijo borroso, lejano, intrascendente.

viernes, 9 de febrero de 2007

Pena negra

Es un charco negro de fronteras difusas que parece extenderse despacio como la baba de caracol. Hediondo, parece denso, absorbe la luz pero en el fondo se mueven colores tenues que se mezclan de forma extraña. De nuevo el negro. Tiene forma de corazón, de corazón humano o de corazón de cerdo, no sé, dicen que se parecen pero yo nunca he visto ninguno en realidad, aunque a veces sí los he intuido similares. Y esta mancha está tomando mi precipicio que cada vez es menos precipicio y más corazón negro. Así que lo toco, porque quiero saber qué me invade, de qué está hecho y cuál es su textura. Es nauseabundo. Huele mal, lo dije. Está frío, es blando; no líquido, no completamente sólido, espeso como parecía, gomoso, pegajoso. Ya llega hasta el codo e introduzco la otra mano. Se deja penetrar sin alterarse, parece como si, de hecho, lo esperase; ha dejado de crecer por un momento, los recuerdos de colores han desaparecido. Negro. Me siento en el borde, llega a mis pies...y ahora sube, vuelve a avanzar, se extiende, me priva del suelo y ya me tiene, pelvis, cintura, pecho, cuello... Me traga y no puedo moverme y aquí no floto, sólo puedo bajar, despacio. Negro en la boca, negro en los ojos abiertos que ya no puedo cerrar. Y no hay aire. Miedo. Alguien me sacará, quizá el negro se vaya como vino, siempre sale todo bien, calma. Pero sigue sin haber aire, sólo corazón negro denso como para hundirse en él sin remedio. Más miedo. No puedo moverme, no puedo flotar, no puedo salir. No tiene sentido seguir apretando los labios, no hay aire que dejar escapar. Gritar. Pero no sale sonido, entra la marea negra, entra hasta los pulmones y los llena, entra hasta el estómago y los intestinos...llena de negro. Ahora negro fuera y negro dentro, y yo sólo soy el límite que separa negro y negro aunque sería algo más si hubiese calma y asumiese lo que va a pasar. Pánico. Pánico porque no quiero que pase e irracionalmente me niego a asumirlo y me retuerzo entre las limitaciones del denso negro y hago esfuerzos por emitir sonidos y diría que también lloro si no fuese porque ya no sé a ciencia cierta qué pasa en mis ojos ni en mi cuerpo, que ya no es mío, que es lo que queda de un animal sin consciencia de sí, porque el negro y el miedo al negro la han anulado. Si hubiese, calma... tránsito sereno. Pero sólo hay un corazón negro de cerdo y presión fuera por entrar y presión dentro por salir, una grieta en una presa...
Es horrible, arréglelo quien quiera con un despertador.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Elisa Day

Mira bajo el agua. Ahora está apaciguada; cobró su tributo y oculta su vergüenza bajo una superficie tranquila, inocente, sin memoria ni remordimientos. Ahora brilla el sol y esa agua refleja una danza de hadas entre destellos verdes, rojos y un límpido, infinito azul. Ahora una cálida brisa agita hojas cantarinas, las ninfas sacuden sus piececillos salpicándose y corren y cantan y juegan. Belleza, música, calidez, luz, color, paz.
Mira bajo el agua.
Mira bajo el agua. Asómate.
¿Ves ahora? Ahí hace frío, abajo no llega el sol: la superficie lo refleja todo y no se deja traspasar. Oscuridad, silencio, soledad, inquietud. Intuyélo, está ahí aunque no la veas, siéntela al menos. Y ahora observa. Los reflejos son un engaño, te estaban distrayendo. Mira las rosas; ¿no habías visto sus espinas? Te habrían atravesado si te hubieses acercado. Un poco más allá falta una piedra, queda su huella. Rojo, sí, y negro...rojo sobre negro, diluyéndose poco a poco, poco a poco poco a poco.
Y ahora vete, escóndete, olvida. Nadie echa en falta nada, no fue, todos inocentes.

sábado, 3 de febrero de 2007

Caminante no hay camino...

Voy a empezar a seguir las baldosas amarillas, a ver a dónde me llevan -espero seguirlas en el sentido correcto, porque, que yo sepa, sólo uno de sus extremos llevaba a algún lado-. Me he puesto unos pantalones con muchos bolsillos, por si tengo que ir recogiendo cosas interesantes, y al fondo de uno de ellos ya ha llegado una pequeña, lisa y reluciente piedrita de color azul celeste; ahora será más difícil que me lleve el viento.

Klimt, El beso


Erato, frívola Erato.
Siempre escondida en la oscuridad cómplice.
Siempre tarde en la reuniones, entras corriendo, despeinada, con la túnica alborotada y sin resuello.
Hoy te vi... y de repente quise ser tú.
Soy una piedra compungida. Todo es blando dentro de la armadura, se derrite, fluye y se escapa. Por fuera, piedra impenetrable, mármol que incomoda.

Titubeos de una cuchilla al borde de un precipicio

LLevo un rato viendo una cuchilla de afeitar oscilando al borde de este precipicio. Estoy sentada al lado de ella, las piernas colgando en el vacío, y sólo ahora me pregunto qué demonios hace aquí esta cuchilla de afeitar.
Se sujeta sobre el filo y unas veces se inclina hacia tierra firme, otras, con tendencias suicidas, hacia el vacío en que balanceo mis piernas. Empiezo a desear que se levante una pequeña brisa que decida por ella.
Si cae, ¿cómo lo hará? Según Murphy con la mantequilla hacia abajo, pero no estoy del todo convencida de que eso sea aplicable al caso. Tampoco estoy segura de que esté untada de mantequilla...
Y si hay alguien abajo... Da igual, no puede haber nadie abajo porque no hay abajo: es éste un precipicio sin fondo, la mantequilla no tendrá dónde estamparse.
¿Cortará el aire? Y el aire ¿sangrará? Si es así debería dejar de mirar porque me impresionaría demasiado, y quizá me marease y cayese yo también. Empiezo a sentir vértigo. Es hora de irse, pero ahora no puedo moverme: si me muevo caeré.
Tanta trascendencia, la de una cuchilla de afeitar al borde de un precipicio.

Espejos

¿Alguien sabe la respuesta? Qué es, qué es, qué es...
Lo tengo en la punta de la lengua. Está ahí como borroso pero aclarándose, parece.
Qué es.
Un poco más y lo descubro (o lo recuerdo)... Pero no puedo; es como si hubiese un precipicio entre la respuesta y yo: en línea recta no dista mucho, pero no puedo llegar ni estirando los dedos.
Por eso lo busco y no lo encuentro, porque no sé que busco. Podría pasar a su lado y no reconocerlo, no verlo siquiera, porque estoy obcecada en encontrar algo que no sé qué es.
Parezco el conejo blanco corriendo con el reloj en la mano.

Laberintos

Empezamos mal. Las nuevas -o ya viejas para la mayoría de los usuarios medianamente mañosos; para mí lo que vaya más allá de las calculadoras y maquinitas es revolucionario- ya me han jugado la primera mala pasada. Ahora estoy duplicada; no supe encontrarme, me encontré, no supe accederme ni suprimirme, me dupliqué. Y no he podido parar hasta reencontrarme, como si realmente me fuese algo en ello...Quizá sea porque ayer noche me perdí de nuevo entre los recovecos de mi cabeza que el blog decidió perderse también y algún resorte escondido me haya hecho relacionar su recuperación con la salida del laberinto. Tres horas o una eternidad... Y por el momento Teseo desaparecido y Ariadna sigue con el minotauro.
Fue ayer? No lo sé, quizá fuera anteayer, o quizá hoy...
O puede que suceda todos los días y el cristal de mi caja me aisle de ello.
Oí que eran once... y ella una
Que era el honor lo que estaba en juego
¿El honor de quién?
No importa...
-el honor de quién no sabe qué es el honor ni la dignidad-
Era una
Y ellos... ¡Ellos once!
Impotencia líquida tras los ojos
Arden las mejillas
Miedo
Pavor...
Y eran hombres, no bestias
todos de acuerdo, la misma voz, la misma acción...
Y eran ¿personas?
Eran y son
-qué miedo, qué angustia, qué desesperanza-

Melpómene


Me gustaba susurrarte al oído sin que me vieses, ignorando que yo estaba allí junto a ti. Solía meterme entre tus sábanas cuando ya dormías, despacio, sin hacer ruido, asegurándome de que mis manos y mis pies tenían la temperatura adecuada para no sobresaltarte. Luego me pegaba a tu cuerpo poco a poco, siguiendo preocupada las evoluciones de tu relajada respiración, atenta a cualquier variación que delatara tu despertar y sólo entonces pegaba mis labios a tu oído y te contaba...
Pero siempre supiste que estaba allí, siempre. Y sólo esperabas el momento adecuado, el momento de mayor efecto. Y entonces lo hiciste: vestiste de grana mi túnica, las sábanas, el suelo; me pusiste una rosa en el pecho y me observaste sin expresión. Y sonreí... Empezó tu tragedia.