sábado, 24 de enero de 2009

Take this waltz

A veces se abre el grifo y luego no se puede cerrar. Tendré que poner una alambrada a su alrededor cuando lo cierre. Una alambrada tupida y elevada.

Le desconcertó que me gustase Lorca, el rojo Lorca. Pero Lorca no me gusta. Lorca me conmueve hasta el tuétano. Lorca me transforma, me pone lágrimas en los ojos, sonrisas amargas o ácido escepticismo. Yo no soy lo que parezco. No soy carne y no soy huesos. No soy severidad y juicio y razón. No soy censura. Ni artículos, ni letras, ni bailes, ni carcajadas, ni lágrimas, ni consejos, ni siquiera tacto, manos y besos. Yo soy eso que ni yo entiendo, abstracto, cambiante, oscuro y luminoso, esencialmente contradictorio, que sube y baja y vuela y nada, se encoje y expande y duele y late y quiere y se irrita indignada, y está, a veces en primer plano inundándolo todo y otras veces oculto y escondido, completamente recogido, dejando enormes espacios vacíos, desiertos sin agua y sin oasis. Eso que unas veces lo puede todo y es fuerza insondable, huracán, pasión o ira, y otras tirita frágil y temeroso de demonios que en parte también son su propia creación. Y Lorca afecta a eso, probablemente sea eso, puro sentimiento. A mí no me gusta Lorca, el rojo Lorca. Yo lo tengo dentro aunque todavía no lo conozca por completo.

viernes, 23 de enero de 2009

Tatuaje

El otro día volvía por el camino de las polillas y las bombillas, el de los renacuajos y los ríos pequeños, el de la casa abandonada y las huertas anacrónicas en que os aldeanos venden tomates procedentes de grandes superficies... Ése en que Melpómene pisaba sobre puentes de cristal ajado dejando atrás piscinas de plata. Ése.
Pero esta vez era yo, no ella... No recuerdo qué sonaba pero sí que lo paré para escuchar el silencio y oler el agua. Me volví y estaba sola, así que simplemente me detuve a observar el brillo de las farolas sobre la humedad de la calzada, el goteo de los cables, el frío nocturno, la oscuridad próxima y la luz lejana... Y olí también el frío y la hierba y reconocí ese olor aun sin acabar de identificar el lugar y la época de qué venía. Luego reanudé la canción y el paso y salí del camino.