Son susurros al pie del precipicio para no hablar sola y que el eco no me devuelva a la realidad y lo haga ridículo. Mis disculpas por adelantado a quien pasee por el cañón.
Las piquetas de los gallos cavan buscando la aurora, cuando por el monte oscuro baja Soledad Montoya. Cobre amarillo, su carne, huele a caballo y a sombra. Yunques ahumados sus pechos, gimen canciones redondas. Soledad, ¿por quién preguntas sin compaña y a estas horas? Pregunte por quien pregunte, dime: ¿a ti qué se te importa? Vengo a buscar lo que busco, mi alegría y mi persona. Soledad de mis pesares, caballo que se desboca, al fin encuentra la mar y se lo tragan las olas. No me recuerdes el mar, que la pena negra, brota en las sierras de aceituna bajo el rumor de las hojas. ¡Soledad, qué pena tienes! ¡Qué pena tan lastimosa! Lloras zumo de limón agrio de espera y de boca. ¡Qué pena tan grande! Corro mi casa como una loca, mis dos trenzas por el suelo, de la cocina a la alcoba. ¡Qué pena! Me estoy poniendo de azabache, carne y ropa. ¡Ay mis camisas de hilo! ¡Ay mis muslos de amapola! Soledad: lava tu cuerpo con agua de las alondras, y deja tu corazón en paz, Soledad Montoya.
Por abajo canta el río: volante de cielo y hojas. Con flores de calabaza, la nueva luz se corona. ¡Oh pena de los gitanos! Pena limpia y siempre sola. ¡Oh pena de cauce oculto y madrugada remota!
4 comentarios:
:P
Sed brevis.
¿Qué tal el nivel de la batería? ¿Verdad que no era una de las de Nokia que se incendian?
Pues a mi también me ha redimido oir esto este día.
Besos!
Bienvenida!
Está bien que me lo hayas recordado, porque el modelo coincidía, pero parece no ser de las en busca y captura.
Besillos a los dos, macus
Me alegro de darte de nuevo la bienvenida al mundo blogger, esperando que hayas disfrutado de Barcelona más de lo que yo acostumbro a hacer...
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