-¿En qué trabaja usted?- le preguntaron al señor Keuner, y el respondió:
- Hago grandes esfuerzos preparando mi próximo error.
ATRAVESANDO UN VALLE, advirtió de pronto el señor Keuner que sus pies chapoteaban en el agua. Y al punto se dio cuenta de que su valle era en realidad un brazo de mar y se acercaba la hora de la marea. Se detuvo de inmediato por ver si descubría alguna barca, y no se movió del sitio mientras la esperaba. Pero al no aparecer ninguna, abandonó sus esperanzas y confió más bien en que el agua no siguiera subiendo. Sólo cuando le llegó a la barbilla, abandonó también esta esperanza y se lanzó a nadar. Había descubierto que él mismo era una barca.
Bertolt Brecht