sábado, 31 de marzo de 2007

Qué bonitos ojos tienes

Qué bonitos ojos tienes, qué bonitos con sus betas. Qué profundos cuando me miran con tenura, cuando me dicen que me quieren, que estás ahí aunque te cueste articularlo. Qué bonitos cuando sonríes con ellos aunque intentes mantener serio el gesto. Qué bonitos cuando atravesando silencios o barullos, soledades o gentíos, me gritan lo que piensas o adivinan lo que pienso. Qué bonitos cuando afirman, cuando me despiden, cuando me saludan, cuando me animan, cuando bromean. No quisiera verlos dolidos, no quisiera ver tristeza en ellos: me encogería demasiado el alma, así que alégralos, hazlos sonreír, hazlos saltar; que expulsen chispas de entusiasmo, que palpiten vivos bajo esa ironía presuntuosa que es tan tuya y que tanto quiero. Qué bonitos ojos tienes; porque son tuyos son bellos, porque son tuyos y son tú y te delatan aunque no quieras. Porque me comunicaba con ellos tiempo antes de que fueses consciente de ello, sin que pudieses, por tanto, taparles la boca, sin que pudieses, por tanto, mentirme ellos mediante. Transparentes, te han ganado mi afecto por sinceros, por inocentes, por tiernos, por tuyos, por míos. Sigue ahí, con ellos, conmigo, cerca o lejos, sigue ahí...
Escucha, no oigas, escucha y si tienes tiempo, sigue escuchando -¿por qué asocio esta versión al final, a los títulos de crédito?-

El crimen fue en Granada

No ha sonado y no me he atrevido a molestar, la compañía me ha traído sentido común, está bien, está bien, espero que no vuelva la inquietud, mañana será evidente que todo está bien...
Esta tarde me han hecho un regalo; "Elegías a la muerte de García Lorca. El crimen fue en Granada", que empieza precisamente con "El crimen fue en Granada" de Machado. Siempre que lo leo me pone un nudo en la garganta y a veces me empaña los ojos y me encanta, me encanta aunque duela un poco, porque me mueve tanto... En esto mido yo la calidad de un poema, en el grado en que me emociona, me llega, me conmueve, me transmite, me hace reflexionar, me cambia, me acompaña, me consuela, me conforta, me arrasa, me secunda, me alegra,me afecta en suma. Es muy subjetivo, sí, pero es el criterio más satisfatorio de selección que conozco, aunque con ello me deje algún marinero en tierra o pase por encima de ciertas hojas de hierba -sin faltarles al respeto-. Ahora necesitaba un nudo, que desatase otro nudo; a veces ciertas cosas tienen el don de la oportunidad. A ver si comparto gustos con algún trovador...

I EL CRIMEN
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico.
-sangre en la frente y plomo en las entrañas-
....Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...

II EL POETA Y LA MUERTE
Se le vio caminar solo con ella,
sin miedo a su guadaña.
-Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque - yunque y yunque de las fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
"Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!"

III
Se le vio caminar...
Labrad amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!

viernes, 30 de marzo de 2007

El teléfono se obstina en no sonar. Traidor cachivache: viene a mí como esclavo y se hace mi dueño, y se permite no sonar para decirme que todo está bien. Sé que todo está bien, lo sé mientras te lo digo, pero necesito que me lo digan, aunque sea para poder decir "lo sabía". Y sé que todo está bien, pero desde que me dijeron que llamarían para decírmelo me corroe la inquietud y no me puedo estar quieta y no puedo dejar de mirar al esclavo traidor ni de amenazarle solapadamente -ahora ya no tan solapadamente-. Ahora que te lo digo lo sé. Todo está bien. Despertó. Pero, por Dios, por Júpiter o por Tutátis, suena, maldito teléfono y dímelo, dímelo, dímelo. No me creo que no esté bien, si es que no lo creo; no dudo que todo esté bien... ¿por qué no se queda quieta esta pierna entonces?, ¿por qué estoy aquí para no estar sola con mi cabeza?. Mierda, mierda, suena....
Vale, me voy, me voy a la calle... suena, suena, ¡suena!

jueves, 29 de marzo de 2007

Cansancio

Esta mañana, antes de que la luz acabase de salir, me ha visitado una enorme mariposa nocturna. Esta noche he visto su final. Se fundió la mariposa mientras moría una bombilla y un trozo de calle quedaba a oscuras. Un segundo, un destello de luz, un momento de lluvia dorada violando un par de alas chamuscadas -Ícaro, Ícaro, mantén las distancias-. Pasó su instante y ya no es, y no está, y no importa.
Melpómene vuelve la espalda, cansada, y el viento borra el pasado que deja tras ella y le pinta un puente de cristal bajo los pies, con una grieta que lo atraviesa de lado a lado. Suspira. Cansancio. El tiempo detenido, de nuevo. Cansancio. Cada vez es más vieja y le pesan más los pies, ya casi los arrastra y aún no ha llegado al centro del puente mientras la grieta se ensancha y amenaza con engullirla. No importa.
Y ahora me duermo y sueño y todo desaparece, se esfuma, no es, no fue... y no importa.
Ecos, ecos suaves que trae el viento... Me gusta esta monserga africana. Soñaré en colores el olvido, las alas, la grieta; pinceladas cortas que coloreen el día gris y después... No sé, no importa.

sábado, 24 de marzo de 2007

Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar


"Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar".


Es el último verso del poema, y, al cabo, el único que recuerdo, que va y viene y choca con violencia contra las rocas mientras se apaga mi consciencia y le doy la mano a Morfeo. Es también un murmullo, una nana, un susurro de voz grave ¿de hombre? ¿de mujer? Del mar. De la mar. Mar que arrasa y golpea, que acuna, mece y abraza; iracunda a ratos, calma a ratos. Y grita, y llora, y gime, y ríe; mar que, seria, escucha, comprende, habla o simplemente calla. Y es profunda y verde y transparente. Y es sueño, y libertad enorme y desatada. Cambian aquí los versos. Velas blancas en el horizonte, luna de plata sobre ellas, una mujer en la baranda, espera; los ojos perdidos en el verde nocturno de un mar que ha tomado de ellos su color. Ojos que, incoloros, ya sólo reflejan el horizonte. Ojos de fría plata.

Pasa el tiempo, pasa. Y ahí sigue, verde, verde, verde que te quiero verde y transparente y suave. Mar, que es mío ya, se lo digo: "eres mío porque te me has metido dentro, porque me has abrazado y me has llevado lejos y me has traído de vuelta después de abrirme los ojos, a veces con ternura, a veces con violencia, con una indiferencia que me duele hondo cuando me alejo de ti, que comprendo cuando me envuelves"

Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar.

Y quiero zambullirme en él de nuevo y ahogar las preocupaciones; hoy lo quiero soleado y violento, quiero beberlo salado, quiero absorberlo por cada poro, quiero fundirme con él y perderme y encontrarme, y dejarle todas mis lágrimas dulces para que las lleve a la orilla convertidas en cristales en que, al caer la noche, vuelva a brillar la luna gitana, la luna de plata, la luna que reflejaron unos ojos transparentes -unos, muchos-, perdida la esperanza.

Es un mar de juegos y de veranos, de comerciantes y pescadores de manos callosas, de hombres que no volvieron, de mujeres que se desgastaron mirándolo, de alegrías, de tristezas, de vida y de muerte, y no, no es como todos, es distinto; es el nuestro, lo distingue su color, su luz, que es otra, su alma...sus gentes lo reconocen, saben que sana y envenena y sí, lo dicen, lo quieren y lo temen.

Abre tus ojos verdes, Marta...

...Quién tuviera los ojos verdes para que alguien pudiera oír el mar en ellos...

(Y aquí su sonido, que ya conoces)

domingo, 18 de marzo de 2007

Duendes sin olla de oro

No recordaba que hoy era San Patricio -realmente no tenía grandes motivos para hacerlo- y sólo me he percatado de ello al ver un número excesivo de gnomos de gorro verde por la calle -saliendo de los bares principalmente-. No sé por qué me atrae esta fiesta, a pesar de que los actos cargados de patriotismo suelen afectarme al hígado y al estómago (quizá esto último venga provocado por un empacho de banderas ondeadas aquí o allá para recordar a otros que la propia es más grande, más bonita, más importante y que por eso unos son más que otros, olvidando que hoy se conservan como un símbolo de otras cosas). Creo que es porque los irlandeses que conozco la celebran con auténtica emoción, con nostalgia, con cariño y con risas, música, baile -y alcohol casi siempre, pero no siempre, no crean- y porque abren las puertas e invitan a todo el que quiera entrar a que pase y sea uno más y ría, cante, baile -y beba si es el caso- sea cual sea su bandera (al menos aquí en España son bienvenidos incluso los ingleses, a pesar de sus rarezas -sin acritud-, siempre con el deber moral de participar en la fiesta, por supuesto, eso siempre). De nuevo parece que la cosa se resume a hacer las cosas con pasión, con humor, hundiendo barreras, uniendo a gente completamente desconocida que por unas horas se hermanan, se abrazan, ríen, cantan, hablan, beben, se divierten juntos. Feliz día de San Patricio.

(Por cierto, me acabo de enterar de que el trébol de cuatro hojas está en peligro de extinción, incluido como tal en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas -y lo que me ha extrañado no es que haya pocos, eso ya lo tenía constatado y siempre he dado por hecho que por eso se dice que traen suerte, sino que constituyan una especie distinta de los de tres... ignorante, ignorante-. Parece que los que quedan en España se localizan principalmente en el cuadrante suroccidental de la Península, pero ¡por favor!, sean responsables, no me vayan a por ellos: opten por la pata de conejo -de granja a poder ser- o la herradura...)


sábado, 10 de marzo de 2007

Tortugas voraces o Vuelva usted mañana

Estaba buscando una viñeta concreta en que Libertad analizaba la raíz primigenea de lo mal que marcha el mundo, que no he encontrado, aunque con la excusa me he reído un rato. Yein, gracias por recordarme a esta niña de ¿48 años?, los lleva bien.


viernes, 9 de marzo de 2007

Ensayo, alucinación o efecto de un kellog en mal estado, todavía no sé

Y aquí está mírelo. Al fin lo encuentro señor mío, qué preocupación nos ha hecho usted pasar, pero mire: si aún me tiemblan las manos del desasosiego, qué incertidumbre, Señor, Señor. Y nos ha hecho buscarle por toda la casa, removiendo cuadros y alfombras... hasta debajo de las faldas de señoras y muchachas hemos tenido que mirar -y no porque nada nos hiciese pensar que usía se metería voluntariamente allí, no me malinterprete... pero todo podía ser: un tropiezo, cae, se engancha en una enagua, puede pasar-. Sea usted consciente del alcance de sus actos: hemos removido cielo y tierra, y estando en ello hemos descubierto más amantes en armarios y baúles que pipas tiene un girasol -ha habido que dejar de verlos después de los cuatro primeros, ya sabe, para no quedarnos sin servicio carnal y que no corra la voz de que está la casa convertida en un burdel, antro de perdición, Babilonia inglesa-. Y aquí lo encuentro, durmiendo plácidamente bajo una col. ¡Desaprensivo! como si no supiese que por aquí campan a sus anchas esas voraces tortugas rojas de dientes afilados que devoran las coles sin pararse a mirar lo que hay debajo; a estas alturas podría estar en el estómago de una de ellas y haber acabado después en la sopa de diario, sorbido por su señora, las doncellas, los criados, y los amantes de unos y otros -salvo de su señora, salvo de su señora, líbreme el cielo de sugerir...-

El hombre no se mueve un ápice; parece no haber oído. Los ojos cerrados. Si acaso parece temblar ahora un poco, quizá por desprotección: echa de menos el peso de la col sobre sí, siente el viento frío y la humedad de las últimas horas del día.

Levántese, vamos, antes de que se cierre la noche y se borre el camino y nos perdamos en la niebla. Levántese: aunque mañana volviesen a poner el camino la casa podría no estar ya allí, cabe que no nos esperen.

Y ahora sí, entreabre los ojos sin mirar al hombre que le habla y, ensimismado en el infinito, ulula: -un fantasma- y alarga los brazos hacia arriba, manoteando como un bebé al que despojan de su chupete, buscando algo en el aire.

¿Un fantasma? ¿Y tanto escándalo por eso?¿Por haber visto un fantasma?. No es usted un chiquillo para asustarse de fantasmas. Ya sabe que están ahí, que pululan por la casa, que estaban antes que usted y que yo, que la casa es más suya que nuestra. Y qué, si no molestan, no hacen ruido, no despiden mal olor, nos sirven el té y nos acercan las pastas; son criados sin sueldo, no reclaman comida, ni cama, ni ropa, no se entretienen en murmurar, mudos testigos de lo que pasa... y sin baúles y armarios, deberían ser más de los que son, ahora que lo pienso. Sí... es una lástima, no son muchachas sanas de rollizas pantorrillas, eso es cierto... El hombre se ha vuelto viejo de repente, pone los ojos en blanco y se pliega sobre sí un momento, palmoteando puerilmente y dando pequeños brincos medio en éxtasis; son unos segundos, rápidamente se recompone. Vamos, deprisa: hay que volver.

Una risa algo desquiciada se alza desde el suelo, subiendo como a peldaños, alcanzando notas diversas, las frecuencias más graves y las más agudas; despega sus labios por fin el hombre de la col:
Idiota, idiota. Yo, yo, era yo... Cómo meterme bajo una col si no, piense, piense. Es usted un tonto, un mentecato, un simple, burro, pollino, asno -jumento que diría mi abuela, paréceme estar oyéndola- Trae el viento ahora una voz cascada de vieja: jumento, jumento. Tonto de capirote, debería saberlo ya... Me mataron ustedes, ayer en la cena -de aburrimiento-, se habrían percatado de haber callado un momento. Allí debe de estar todavía la carcasa de lo que era yo, sentada en el butacón, presidiendo la mesa. Pero no se lo reprocho, no, no; ni yo me di cuenta al principio (de lo aburrido que me tenían se me fue la cabeza a otra cosa y creo que no estaba presente cuando ocurrió). Me fui a dormir y me dejé atrás, y todo sin descubrir nada hasta esta mañana en el excusado, en medio justamente de las abluciones matinales -cómo he puesto todo, el suelo, el espejo, la pared... agua, agua por todos lados-

Silencio, silencio del primer hombre, joven al inicio, viejo después, ahora no sabemos –vivo aún, creemos-, que piensa y repiensa cómo no se les ocurrió buscar en el salón, puesto que han revisado minuciosamente cada esquina del caserón, la chimenea, la cocina, el corral, todas las habitaciones del servicio, cada armario, cada baúl, cada caja de costura...

Suelte ya mi col, mal rayo le parta; ya lidiaré yo con las tortugas, no serán peores que ustedes. Muerto ya no soy persona, no tengo derechos pero tampoco obligaciones, no hay vínculo matrimonial, mis hijos son huérfanos de padre -no hay hijos ni ilegítimos, ni legítimos que algo puedan reclamarme, por tanto-. Nadie me persiga: estoy libre de deberes; las leyes, los jueces, los abogados, nada pueden ya contra mí salvo, quizá, repartirse mi herencia; háganlo, sáquense los ojos como cuervos (que no se confíen: dejo viuda peor que ellos). No me importa, ahora me dedicaré a dormir bajo una col.

Y por fin el primer hombre reacciona y suelta el vegetal con cierta dejadez, se vuelve sin ver a la vieja que le señala desde una seta, y toma el camino a casa pensando que, al menos, ya no tendrá que volver al armario, que ahora tendrá un hueco en la cama de dosel, entre sábanas de raso -no sabe que el notario ha llegado allí primero; dejémosle, no se lo digamos aún.- Jumento, jumento, jumento, jumento; cantos le acompañan desde la seta en su marcha a través de la niebla.

Ridículo, sí completamente ridículo (es la col, que ríe con la felicidad de quien no sabe que la tortuga se acerca).

lunes, 5 de marzo de 2007

Y yo que pasé de los conejos rosas...Ay

Sí... esto lleva ya tiempo por ahí, pero a mí me ha hecho sonreír hoy.
http://www.youtube.com/watch?v=i1xnVDiV9xE

Y ésta y otras cosas potitas se pueden ver aquí: http://rafagadeimagenes.blogspot.com/