sábado, 24 de enero de 2009

Take this waltz

A veces se abre el grifo y luego no se puede cerrar. Tendré que poner una alambrada a su alrededor cuando lo cierre. Una alambrada tupida y elevada.

Le desconcertó que me gustase Lorca, el rojo Lorca. Pero Lorca no me gusta. Lorca me conmueve hasta el tuétano. Lorca me transforma, me pone lágrimas en los ojos, sonrisas amargas o ácido escepticismo. Yo no soy lo que parezco. No soy carne y no soy huesos. No soy severidad y juicio y razón. No soy censura. Ni artículos, ni letras, ni bailes, ni carcajadas, ni lágrimas, ni consejos, ni siquiera tacto, manos y besos. Yo soy eso que ni yo entiendo, abstracto, cambiante, oscuro y luminoso, esencialmente contradictorio, que sube y baja y vuela y nada, se encoje y expande y duele y late y quiere y se irrita indignada, y está, a veces en primer plano inundándolo todo y otras veces oculto y escondido, completamente recogido, dejando enormes espacios vacíos, desiertos sin agua y sin oasis. Eso que unas veces lo puede todo y es fuerza insondable, huracán, pasión o ira, y otras tirita frágil y temeroso de demonios que en parte también son su propia creación. Y Lorca afecta a eso, probablemente sea eso, puro sentimiento. A mí no me gusta Lorca, el rojo Lorca. Yo lo tengo dentro aunque todavía no lo conozca por completo.

3 comentarios:

arda dijo...

Hola bonita,

creo que jamás llegarás a conocerlo delt odo, pero ahí reside el encanto, no?¿? así cada vez te volverá a sorprender, verás nuevos brillos y nuevas oscuridades...

nena, pásame un mail tuyo que tengo una cosa para ti (ardalandia@gmail.com)

muakssssssss

libertad dijo...

A Lorca se le tiene dentro, muy dentro, no hay otra forma. Ayer me pasó a mí con un par de poemas suyos...Un beso!

Anónimo dijo...

Brillos autoinducidos y oscuridades provenientes del exterior. Amargo encanto.