viernes, 23 de enero de 2009

Tatuaje

El otro día volvía por el camino de las polillas y las bombillas, el de los renacuajos y los ríos pequeños, el de la casa abandonada y las huertas anacrónicas en que os aldeanos venden tomates procedentes de grandes superficies... Ése en que Melpómene pisaba sobre puentes de cristal ajado dejando atrás piscinas de plata. Ése.
Pero esta vez era yo, no ella... No recuerdo qué sonaba pero sí que lo paré para escuchar el silencio y oler el agua. Me volví y estaba sola, así que simplemente me detuve a observar el brillo de las farolas sobre la humedad de la calzada, el goteo de los cables, el frío nocturno, la oscuridad próxima y la luz lejana... Y olí también el frío y la hierba y reconocí ese olor aun sin acabar de identificar el lugar y la época de qué venía. Luego reanudé la canción y el paso y salí del camino.

1 comentario:

mc clellan dijo...

Me encanta Carlos Cano... Gracias por ponerle banda sonora a esta mañana revuelta de sábado y no muy propicia 'para venir en un barco' ;)