martes, 1 de julio de 2008

Creo que en algún punto me he licuado, no sé dónde ni cuándo, y desde entonces fluyo recorriendo días y semanas, sin parar, sin poder sujetarme a nada, deslizándome suave o tumultuosamente, salpicando a veces.
También creo que la mayor parte del tiempo he sido un riachuelo de verano, un torrente de verano en algún momento, pero en todo caso una voz cantarina, un ente transparente, danzante, fresco aunque no helado.
Y sin embargo está ahí. En el fondo. Deslizándose conmigo. Siempre. Es una sombra tenue y rápida. Tanto que cualquiera no la advierte. La dualidad que me acompaña, pero que asusta. La Dama del Lago, la lamia, la sirena de Ulises. Está en el fondo, escondida en la oscuridad de las pupilas, encerrada donde la luz no alcanza. Y nadie la ve aunque yo la sienta. Y tampoco deseo que se vaya, sólo, a veces, liberarla un poco, conocerla, entenderla. Quién sino yo. Nadie más sabe que existe siquiera.

1 comentario:

arda dijo...

be water my friend ;DDDD