jueves, 31 de julio de 2008

My soul is painted like the wings of butterflies...

Pasan los años... Y sigue conmoviéndome igual

lunes, 28 de julio de 2008

Me ha gustado hablar con ella como antaño. Pensé que nunca se repetiría. Me alegro de haber ido ganando paciencia, aunque todavía no sea mucha. Alguna de mis facetas necesitaba esto.
El paseo, la conversación tranquila, el entendimiento, la temperatura, el rumor del oleaje, la ausencia de gente, la luz tenue.
Yo soy más escéptica que antes, ella también, de otra manera.
Yo protejo mis romanticismos, mis idealismos y mis, quizá, infantilismos; ella lo sabe, pero no incide en ello, deja que espere a mi propia experiencia.
Tengo la sensación de que algo ha fallado y estaba decepcionada aunque diga que ya está curada de espanto.
Y creo que le ha gustado volver a lo de entonces tanto como a mí aunque ahora haya cosas muy diferentes.
Sigo aprendiendo. Sigo descubriendo cosas. Entre otras, el que no soy una sola ni necesito una sola cosa. Y que no todo se va.
Me alegra hoy no ser tan voluble.

domingo, 20 de julio de 2008

Se oye un poco mal ¡pero qué bien se oía allí!!! ¡Y qué buen directo tiene este hombre!! Nos dió ocasión de saltar y aplaudir como locos entre el gentío, quieto en su mayor parte -esto no lo entiendo, ni aunque se esforzaran...¡si los pies se movían sólos!-

Por un momento ansié poder irme a Irlanda, a una de esas tabernas de pueblo en que todos participan. Me han dicho que existen y quiero creerlo.

Me gustó especialmente la violinista. Un conciertazo también el suyo. Enormemente simpática, sonrisa perenne, se fotografió con todos nosotros uno por uno.

Está casi olvidado el gesto al firmar el autógrafo. Cuando lo reciba su destinatario y vea su cara probablemente se lo perdone del todo al pequeño gran gaitero.

Estuvo bien, muy bien.

(Aclaro que el vídeo no es mío; lo he tomado prestado)

jueves, 3 de julio de 2008

Hoy me siento cansada. Cansada y serena. Los ojos se me cierran, pero hay cierta claridad extraña en mi cabeza.
Pienso en el fin de semana. Dudo. Sé qué sensación quiero para él, pero no logro acertar con la vía. Quizá simplemente me sumerja de nuevo y me deje llevar. Quiero volver a acabar exhausta. Exhausta y rebosante y tranquila.
Hace un par de semanas empecé a dudar si estoy haciendo algunas cosas bien. Y no llegué a una conclusión definitiva sino a una puerta lateral. No hay verdades absolutas, pero mi cabeza suele acabar por convencerme, cuando es razonable y, en mayor medida, cuando no lo es. Ahora ni ella misma sabe lo que está siendo, si cabal o elusiva.
Seguimos igual ella y yo. Seguimos soñando despiertas. No quiero oír que mi mundo no existe. Mi mundo lo hago yo. Cuando puedo. Hasta que encuentre la llave de otra puerta.
Veremos.

martes, 1 de julio de 2008

Volvimos a perdernos en el mar.
Más sosegadas esta vez. Un desierto de calma.
Protegidas de la brisa feroz por los acantilados. Las olas rompen con fuerza.
La furia de los elementos.
¿Furia? No percibo furia. Hay movimiento. Energía. Pero nosotras estamos tranquilas. Ella duerme mientras nosotras corremos.
No hay nadie más aunque el viento nos envuelve impregnado de olor a porro.
Quizá de ahí provenga la sensación de calma.
Creo que en algún punto me he licuado, no sé dónde ni cuándo, y desde entonces fluyo recorriendo días y semanas, sin parar, sin poder sujetarme a nada, deslizándome suave o tumultuosamente, salpicando a veces.
También creo que la mayor parte del tiempo he sido un riachuelo de verano, un torrente de verano en algún momento, pero en todo caso una voz cantarina, un ente transparente, danzante, fresco aunque no helado.
Y sin embargo está ahí. En el fondo. Deslizándose conmigo. Siempre. Es una sombra tenue y rápida. Tanto que cualquiera no la advierte. La dualidad que me acompaña, pero que asusta. La Dama del Lago, la lamia, la sirena de Ulises. Está en el fondo, escondida en la oscuridad de las pupilas, encerrada donde la luz no alcanza. Y nadie la ve aunque yo la sienta. Y tampoco deseo que se vaya, sólo, a veces, liberarla un poco, conocerla, entenderla. Quién sino yo. Nadie más sabe que existe siquiera.