sábado, 4 de octubre de 2008

Melpómene retoma sus paseos después de tanto tiempo. Sale y se acerca al precipicio. No se siente muy paciente en este momento, tiene una urgencia incómoda de la que desconoce el origen y que, alojada en el pecho, la oprime un poco y la enfada. Demasiada ansiedad para sentarse a observar el vuelo de las mariposas. Acelera el paso; anda aprisa, la cabeza baja, el ceño fruncido. Y tiene frío, la túnica se le pega al cuerpo, el viento le enreda el pelo, le escuecen los ojos y no puede abrirlos bien. Se enfada aún más pero no da la vuelta, no retrocede ni se detiene, prefiere volver acelerar, casi corre ya. La cuchilla de afeitar sigue oscilando allá lejos, debatiéndose entre dejarse caer o no, con la misma indecisión que otrora la hipnotizase. Termina por alcanzarla la inquieta Melpómene, que sin haberlo planeado ha encontrado la meta de su carrera, y se detiene y la observa recordando... Durante poco tiempo. El justo para decidir privarla de opciones, y sin dudas ni contemplaciones, con el pulso firme y toda la serenidad que un segundo antes le faltara, la arroja al vacío, buscando la tragedia que la haga sentirse viva aunque sea para dolerse, viva y desgarrada, abierta de nuevo la palpitante y sangrante herida. Revolotea la cuchilla, gira como una hélice, corta el aire -que no sangra y no muere- y topa al fin con el gran dragón rojo, viejo, cansado, paciente y apagado... Melpómene no llega a conocer el desenlace, teme haber cercenado las alas a aquel fósil viviente, teme haber sajado las suyas propias, su esperanza de volver a volar algún día con ello. Pero la punzada llega antes de lo esperado y no quiere saber, renuncia a la herida palpitante, vuelve la espalda al precipicio, se tapa los oídos y corre, dando la espalda al viento, que la empuja lejos esta vez.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ummmm

a veces me das miedooooooooooo

menos mal que sé que aleteas contenta

besotesssssss

Melpómene dijo...

Nooooooooo, miedo nooooooooo. Iba a seguir, pero me aburrí ;P Besos!!

ORACLE dijo...

el truco es no mirar atrás para comprobar quien mece la cuchilla.

Melpómene dijo...

Mmmm, la jodía se mece sola, como la Fortuna se tambalea a ciegas sobre su rueda... Qué se le va a hacer: mejor no mirar la cuchilla, que igual ni existe.
Me hace una ilusión ENORME que haya vuelto y me visite. Que haría yo sin su terapia...

Bito dijo...

Una idealista esta melpómene: si no lo veo, no ocurre.

A veces es la postura más fácil para seguir hacia adelante.

Melpómene dijo...

Una idealista excesivamente analítica que a veces es consciente de que es mejor no hacer el análisis y seguir avanzando. Un beso

arda dijo...

un placer haberte recuperado!!