viernes, 24 de octubre de 2008

Señora de rojo y gris


Últimamente estoy un poco quejicosa, lo sé, pero he asumido que este espacio gris puede tener a función de consolador mental, y como mis inquietudes y problemas actuales son de cabeza, voy a apurar los remedios a mi alcance.
Cuando me siento un poco triste o un poco perdida y estoy sola -lo que ahora se da con frecuencia, aunque eso es otra cuestión- opto por meterme en una biblioteca, o mejor, en una librería. Mejor porque soy un tanto fetichista y me encanta comprar libros o cuadernos que tocar, abrir, leer, mirar, y conservar. Ayer estuve pululando entre poemas, ilustraciones, clásicos y novedades. Al final me sentí conservadora y me hice con una antología de poesía de Quevedo y un libro de relatos de Murakami en inglés. Sin riesgos. Y me enamoré también. Me enamoré de unas imágenes rojas, románticas, con un halo misterioso, firmadas por Rebecca Dautremer, una ilustradora infantil. Me las topé en formato calendario, y si no fuese por la batalla que tengo contra el paso del tiempo se habrían venido conmigo a casa -de hecho quizá acaben viniendo después de todo-, pero pertenecen a una edición infantil de Cyrano ambientada en el Japón medieval. Curiosa coincidencia porque si de algún personaje de ficción he llegado a enamorarme ése ha sido sin duda Cyrano, al que siempre he asociado al rojo y a las rosas -por alguna razón tiendo a hacer asociaciones de ese tipo: personajes, colores, sensaciones, objetos-. Ni siquiera me ha extrañado que me lo desubiquen hasta el punto de hacerlo japonés medieval. Tengo que hacerme con ese libro. Como una niña.
Por lo demás, sumergida en ese espíritu romántico, pintada de rojo y un poco en las nubes me encontré con un chico amable con ganas de conversación, que buscaba una mujer "cuya sonrisa le iluminase un día" -Dios mío, disimula el escepticismo- Me pregunta a qué me dedico, le pregunto qué le inquieta. ¿Inquietar...? Qué te preocupa, qué te interesa, qué te gusta. No sabría qué decirte, risa nerviosa. Del rojo al gris. No es culpa suya, yo estaba en la nube y por la calle o en el metro no se puede ir así, vuelve, que no se note, sé amable, desea suerte, vete. Oh no, ya ha cambiado el curso de mis reflexiones. No sé qué entienden algunos por amor, de veras, a veces parece que una chica se confunda con un peluche con el que ponerse blandito y del que basta que sea tierno e ingenuo. Y esa terrible confusión entre sensibilidad y sensiblería, prendiendo un alma garabateada de la camisa... Estoy siendo perversa, saco conclusiones de intuiciones, las generalizo y aplasto al hombrecillo tierno; sólo es frustración, supongo.
A estas alturas esa frustración está en los pies, la he ido empujando hacia allá abajo y es tan sólo un hormigueo tenue, he preferido volver al rojo, a Cyrano y sus rosas, a su conversación y sus lances, a su nueva sensibilidad japonesa. Luego lo abandonaré por los grises apuntes y quizá en algún momento posterior vuelva a invitarle a acompañarme a una salita pequeña de cine, o a una butaca elevada y aislada en el teatro. Ya tengo plan para los próximos días.

4 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

Yo también tengo la superstición de los libros, aunque más que ir a bibliotecas o librerías, lo que hago es quitarle el polvo a los míos. Lleva su rato, pero uno siempre acaba volviendo al recuerdo de páginas queridas y sale a cuenta. Hace unos días escuchaba a alguien decir que el libro en formato papel estaba acabado y que dentro de una o dos décadas todo sería electrónico. Declaro mi escepticismo: quizá suceda cuando ya no quede ninguna generación que haya crecido tocando y sintiendo el libro, pero mientras quedemos unos cuantos siempre persisitirán los libros/libros.

Confieso que los ligones suelen caerme mal: cosas de la envidia, supongo. De hecho, a éste ya lo había puesto en mi lista negra al leer que buscaba una mujer "cuya sonrisa le iluminase un día". Sin embargo, he acabado compadeciéndole: ¡qué dura eres, Melpómene! Menos mal que sólo nos leemos, y la distancia atempera tu juicio...

PD: Me gusta el nuevo aspecto que le has dado al blog. De hecho, como la ilustración de cabecera es tan grande, da la sensación de que sea la "portada" del mismo.

Melpómene dijo...

Gracias por tu comentario, me alegro de que te gusten los cambios, a mí también ;P
O por supuesto, los libros no desaprarecerán, sus principales consumidores preferimos con creces el papel ¡Y porque el presupuesto no nos da para más, al menos a mí!!!
¿Parezco dura? Bah, es menos de lo que simula, de veras, sólo me frustra descolocar a alguien indagando acerca de sus inquietudes...
Ánimo con los apunte, compa, a ver si acabamos con esto. Besos.

libertad dijo...

Gracias por regalarnos esta parte tan tuya, y contada tan excepcionalmente bien. Quizás la tristeza saque lo mejor de tu escritura, de tus pensamientos impresos. Me encantó leerte y me sentí cerca.
Un beso grande

Melpómene dijo...

Un beso enorme, Libertad. Las gracias a ti.