sábado, 31 de marzo de 2007
Qué bonitos ojos tienes
El crimen fue en Granada
I EL CRIMEN
II EL POETA Y LA MUERTE
III
viernes, 30 de marzo de 2007
jueves, 29 de marzo de 2007
Cansancio
sábado, 24 de marzo de 2007
Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar

(Y aquí su sonido, que ya conoces)
domingo, 18 de marzo de 2007
Duendes sin olla de oro
No recordaba que hoy era San Patricio -realmente no tenía grandes motivos para hacerlo- y sólo me he percatado de ello al ver un número excesivo de gnomos de gorro verde por la calle -saliendo de los bares principalmente-. No sé por qué me atrae esta fiesta, a pesar de que los actos cargados de patriotismo suelen afectarme al hígado y al estómago (quizá esto último venga provocado por un empacho de banderas ondeadas aquí o allá para recordar a otros que la propia es más grande, más bonita, más importante y que por eso unos son más que otros, olvidando que hoy se conservan como un símbolo de otras cosas). Creo que es porque los irlandeses que conozco la celebran con auténtica emoción, con nostalgia, con cariño y con risas, música, baile -y alcohol casi siempre, pero no siempre, no crean- y porque abren las puertas e invitan a todo el que quiera entrar a que pase y sea uno más y ría, cante, baile -y beba si es el caso- sea cual sea su bandera (al menos aquí en España son bienvenidos incluso los ingleses, a pesar de sus rarezas -sin acritud-, siempre con el deber moral de participar en la fiesta, por supuesto, eso siempre). De nuevo parece que la cosa se resume a hacer las cosas con pasión, con humor, hundiendo barreras, uniendo a gente completamente desconocida que por unas horas se hermanan, se abrazan, ríen, cantan, hablan, beben, se divierten juntos. Feliz día de San Patricio.
(Por cierto, me acabo de enterar de que el trébol de cuatro hojas está en peligro de extinción, incluido como tal en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas -y lo que me ha extrañado no es que haya pocos, eso ya lo tenía constatado y siempre he dado por hecho que por eso se dice que traen suerte, sino que constituyan una especie distinta de los de tres... ignorante, ignorante-. Parece que los que quedan en España se localizan principalmente en el cuadrante suroccidental de la Península, pero ¡por favor!, sean responsables, no me vayan a por ellos: opten por la pata de conejo -de granja a poder ser- o la herradura...)
sábado, 10 de marzo de 2007
Tortugas voraces o Vuelva usted mañana
viernes, 9 de marzo de 2007
Ensayo, alucinación o efecto de un kellog en mal estado, todavía no sé
El hombre no se mueve un ápice; parece no haber oído. Los ojos cerrados. Si acaso parece temblar ahora un poco, quizá por desprotección: echa de menos el peso de la col sobre sí, siente el viento frío y la humedad de las últimas horas del día.
Levántese, vamos, antes de que se cierre la noche y se borre el camino y nos perdamos en la niebla. Levántese: aunque mañana volviesen a poner el camino la casa podría no estar ya allí, cabe que no nos esperen.
Y ahora sí, entreabre los ojos sin mirar al hombre que le habla y, ensimismado en el infinito, ulula: -un fantasma- y alarga los brazos hacia arriba, manoteando como un bebé al que despojan de su chupete, buscando algo en el aire.
¿Un fantasma? ¿Y tanto escándalo por eso?¿Por haber visto un fantasma?. No es usted un chiquillo para asustarse de fantasmas. Ya sabe que están ahí, que pululan por la casa, que estaban antes que usted y que yo, que la casa es más suya que nuestra. Y qué, si no molestan, no hacen ruido, no despiden mal olor, nos sirven el té y nos acercan las pastas; son criados sin sueldo, no reclaman comida, ni cama, ni ropa, no se entretienen en murmurar, mudos testigos de lo que pasa... y sin baúles y armarios, deberían ser más de los que son, ahora que lo pienso. Sí... es una lástima, no son muchachas sanas de rollizas pantorrillas, eso es cierto... El hombre se ha vuelto viejo de repente, pone los ojos en blanco y se pliega sobre sí un momento, palmoteando puerilmente y dando pequeños brincos medio en éxtasis; son unos segundos, rápidamente se recompone. Vamos, deprisa: hay que volver.
Una risa algo desquiciada se alza desde el suelo, subiendo como a peldaños, alcanzando notas diversas, las frecuencias más graves y las más agudas; despega sus labios por fin el hombre de la col:
Silencio, silencio del primer hombre, joven al inicio, viejo después, ahora no sabemos –vivo aún, creemos-, que piensa y repiensa cómo no se les ocurrió buscar en el salón, puesto que han revisado minuciosamente cada esquina del caserón, la chimenea, la cocina, el corral, todas las habitaciones del servicio, cada armario, cada baúl, cada caja de costura...
Suelte ya mi col, mal rayo le parta; ya lidiaré yo con las tortugas, no serán peores que ustedes. Muerto ya no soy persona, no tengo derechos pero tampoco obligaciones, no hay vínculo matrimonial, mis hijos son huérfanos de padre -no hay hijos ni ilegítimos, ni legítimos que algo puedan reclamarme, por tanto-. Nadie me persiga: estoy libre de deberes; las leyes, los jueces, los abogados, nada pueden ya contra mí salvo, quizá, repartirse mi herencia; háganlo, sáquense los ojos como cuervos (que no se confíen: dejo viuda peor que ellos). No me importa, ahora me dedicaré a dormir bajo una col.
Y por fin el primer hombre reacciona y suelta el vegetal con cierta dejadez, se vuelve sin ver a la vieja que le señala desde una seta, y toma el camino a casa pensando que, al menos, ya no tendrá que volver al armario, que ahora tendrá un hueco en la cama de dosel, entre sábanas de raso -no sabe que el notario ha llegado allí primero; dejémosle, no se lo digamos aún.- Jumento, jumento, jumento, jumento; cantos le acompañan desde la seta en su marcha a través de la niebla.
Ridículo, sí completamente ridículo (es la col, que ríe con la felicidad de quien no sabe que la tortuga se acerca).
lunes, 5 de marzo de 2007
Y yo que pasé de los conejos rosas...Ay
http://www.youtube.com/watch?v=i1xnVDiV9xE
Y ésta y otras cosas potitas se pueden ver aquí: http://rafagadeimagenes.blogspot.com/